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¿Por qué se cubren las imágenes en Cuaresma?

El Jueves Santo, tras la Misa, deben desvestirse los altares. Esta es una costumbre que evidencia que la Iglesia no renueva el Santo Sacrificio hasta la Vigilia Pascual.

La nueva forma del rito romano no indica cómo debe hacerse. En la forma tradicional se prescribe que el celebrante, después de quitarse la casulla y la estola de la misa, quedando solo con el alba y el cíngulo, se pone una estola morada y se dirige al altar.

Después, mientras reza el Salmo 21: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?” con la antífona “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”, el sacerdote retira lentamente los manteles del altar con ayuda de los acólitos, quienes los doblan y los ponen en la credencia. Los acólitos quitan la cruz, las velas del altar y las alfombras, en caso de que haya.

Si la iglesia tiene más de un altar, otros ministros pueden desnudarlos, o el mismo celebrante.

 

Si la iglesia tiene pilas de agua bendita los acólitos también deben retirar el agua. Esto es una forma de prepararlas para recibir el agua recién bendita en la Vigilia Pascual.

También es una antigua costumbre que los altares de piedra sean lavados de forma privada. Este acto antiguo y muy encomiable, fue prescrito por el papa Benedicto XIV a mediados del siglo XVIII. Se lava el altar con un hisopo empapado en agua y vino, para limpiarlo de impurezas, simbolizando el lavado que produce el Sacrificio del Cordero, y enseñando la pureza con la que se debe participar en el Santo Sacrificio.

Fuente: Liturgia Papal.