Anécdota de: Víctor.
Era un viernes santo 2015, mi fe dejó que cargara a la consagrada imagen de Señor Sepultado de la Escuela de Cristo…
Miércoles Santo me dirija a la Escuela de Cristo como cada año a ver la velación, sólo que este miércoles santo no era como todas, ya que fui en la mañana; por que a las 3 de la tarde tenía que trabajar en un restaurante del parque central y todos los días de esa misma semana, ya que se esperaba gran afluencia de personas y estaba de turno nocturno.
Fui, compré mi turno con la fe de llevar en hombros a la consagrada imagen de Señor Sepultado de la Escuela de Cristo, aunque era realista: no iba a poder llevar en hombros al Señor Sepultado de la Escuela de Cristo, porque el turno de noche que tenía en el trabajo era justo el Viernes Santo, pero no perdía las esperanzas ni mi Fe.
Jueves Santo de 2015:
Fui a traer mi turno en el ‘parquecito’ BELEN y al abrir el sobre tenia la última tanda, ya que 52 tandas salieron ese año; «tengo muchas posibilidades» pensé y fui a la iglesia de la Escuela de Cristo, en la pila bautismal dentro del templo estaban las consagradas imágenes del Señor Sepultado y Virgen de Dolores; los vi y dentro de mi corazón dije «si es tu voluntad que cargue, tu sabrás, mi Fe esta puesta en Dios y siempre será así; aunque este año no cargue, haré todo lo posible por llevarte en hombros.»
Llegó Viernes Santo, fui al trabajo a las 5 de la tarde, pues era mi turno nocturno. Miré las horas pasar y la gente llegaba, no se acababa la cola de ese día; la verdad no llevaba mucha energía en el celular ya que un amigo me iba a comentar cuando cargara mi turno.
Eran las 8 y media de la noche, vi pasar frente a panaderas del parque central la procesión de la Escuela de Cristo, me sentí tan incapaz de ir ya que no podía moverme de mi lugar de trabajo, a la ves nostálgico y triste. Estoy consciente que Dios sabe por qué pasan las cosas, miré mi celular y ya no tenía carga. Pasaba el tiempo y no se podía descansar un rato, así es el trabajo.
En un momento que quedó calmado, eran las 11 y media de la noche, probé encender el celular y no tuve éxito, empezó a venir más gente y me pregunte ¿será que podré cargar en hombros al Señor Sepultado?, tuve que empezarme a resignar y pensar que ese año no cargaría.
00:30 horas, intento encender el teléfono y logro leer apenas un mensaje: «va la 45, ya te va tocar cargar». Me animo y le pregunto a mi jefe si me podría ir corriendo a cargar; solo me ve y me dice «NO», hay mucha gente, si se calma un poco te doy permiso, en eso me di cuenta que era demasiada gente aun. Le ‘echo más ganas’, ya no doy más, en mi puesto me cambian a bebidas y pues me di un respiro y empecé a ordenar mis pensamientos y concentrarme en mi trabajo.
Saqué tantas bebidas como pude, después de media hora, a lo lejos oigo un ruido: ¡era mi celular! una llamada, fui rápido a un rinconcito y me dijo mi amigo «mira ya te va tocar va la 49 hay te apuras»; aún no me explico cómo entró la llamada porque ya ni carga tenía; solo escuché lo que me dijo y se corta la llamada y se apaga mi celular.
Nuevamente dirijo a mi jefe en turno y le digo si me da permiso, su mirada entendí todo; bueno, no se pudo; hice lo que fue necesario, perdón Señor Sepultado, medité y en mi pensamiento algo triste, no sé que expresión me vio mi Jefe, que sólo escuché ¡Víctor, andate!; me quedo sorprendido, ni dos veces lo pensé, salí corriendo a ir a traer mi túnica, corriendo salí a ver donde me tocaba , corro a la esquina de mi tanda, una cuadra antes venia la procesión, presto a recibir mi turno y le dije gracias Señor Jesús, puse mi Fe en ti y me has demostrado que era tu Bendición.
¿Saben lo más lindo de mi anécdota?… nunca dejé de creer un momento y cuando vi todo perdido siempre hay una esperanza que te impulsa, mi Fe nunca desmayo e hizo que sucediera todo esto.
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