Para el cucurucho que se fue y nos dejó la tradición; a mi padre por vivirla y darme ese gen y a mi madre por nunca decir ‘no’ cuando quise ir y participar en una procesión desde hace más de 25 años.
Marcela Rodríguez Uceda
Por los amigos en el más allá con quienes tenemos vivencias y perpetúan estas en nosotros. Por quien se fue dejando su marca y recordado en filas es, un saludo a la nube donde estén…
Para el cucurucho que es, el amigo, el compañero de filas, el cómplice viendo adornos, el hermano en Cristo. Quien enseña a su descendencia y comparte con los demás este amor a la tradición.
Quien tararea la marcha con uno. Por quien bajo el sol camina y entabla la mejor de las tertulias; quien bajo la lluvia no deja a Jesús en la calle y al que corre de calle en calle para cumplir los turnos.
Al amigo que con emoción se abraza y desea el bienestar y con quien se encuentra en el turno para platicar y esperar el timbre. Por quien ES la semana santa guatemalteca hoy por hoy.
Para el cucurucho que será, quien se admira de las andas, quien quiere ser como nosotros, quien aspira cargar como ‘los grandes’.
Quien espera estar en los centenarios y quien quiere ser parte de la historia como cucurucho. Quien tararea las marchas mejor que uno y quien en el futuro será, en esencia, esta tradición milenaria. Por el futuro que tendrá viva a Guatemala.
Y por el cucurucho que no es, quien pregunta y se cuestiona, quien respeta y admira. Por el que no se viste de túnica ni el que profesa la misma.
Para todos nosotros, pasado, presente y futuro: ¡feliz día del Cucurucho! Un abrazo fraternal, con todo mi cariño a quienes compartimos esos bellos 40 días y más.
Sea así por los siglos de los siglos y que Dios, el Señor, nos permita más cuaresmas y cuaresmas acá y en el más allá.
Marcela Rodríguez Uceda