Por: Juan Carlos Garrido.
Y de pronto observé una ciudad de calles bellemante adornadas con una gran cantidad de colores, de los cuales sobresalían el color de la penitentecia y el duelo sagrado. Una ciudad llena de personas que venían de todas las naciones del mundo.
Un manto oscuro la cubría de luto y solemnidad, angeles mezclados con humanos esparcían nubes que rodeaban las calles de un aroma que se hacia oración, trompetas melodiosas y fuertes sonidos de tambor, como un trueno en medio del silencio se imponían al paso e irrumpian en el corazón de las personas, dulces y melancolicos clarines transmitiendo duelo dolor y tristeza.
Un funeral solemne avanzaba ante los ojos llenos de lágrimas y arrepentimiento de un pueblo que clamaba: -perdón y clemencia, perdón e indulgencia. Rodillas al piso involuntariamente descendieron al ver al cordero mutilado, con suaves hilos de sangre cayendo aún por su rostro, con los ojos entre abiertos como dando a entender que aún en la oscuridad de la muerte no dejaba a su pueblo, nadie escapa ante su piadosa mirada.
Ojos que no se cierran al perdón, al amor y la misericordia. Aún estando inherente sobre su trono de fino madero tallado expresaba amor, esperanza y salvación. Su doliente madre caminaba desconsolada tras de él, con lágrimas de dolor profundo que nacían en el alma y brillaban en sus ojos de miel, cayendo por sus mejillas hasta tocar el suelo bendecían al pueblo de Dios. Lágrimas de desolación, lágrima de dolor al contemplar a su yacente hijo.
La madre que vestía como la Reina de la humanidad, mostraba a los reunidos que no estaban solos en su sufrimiento, lloraba junto a ellos haciendo suyo el dolor marcado en la historia del pueblo a través de los tiempos, daba asi su consuelo. Una desconcertante alegría se respiraba al contemplar este solemne funeral, El funeral del Señor.
Todos alzaban sus manos y de ellos salían destellos de luz como relámpagos en la fría noche, viajaban de extremo a extremo en torno al cortejo para conservar el recuerdo palpable de aquella imponente escena de amor. Nostalgias de un cucurucho…
™Juancarlos Garrido
Me gustaría compartir este pensamiento inspirado por la nostalgia característica que nos identifica luego de una semana muy intensa caminando al lado de las andas siempre con la alegría de la resurrección y con la fe puesta en Jesús real y vivo. El misterio de nuestra fe …