(Texto original de Verónica Valiente)
Esto sucedió con mi hijo hace 12 años, cuando él tenía 6 años. Yo lo relaciono con el pasaje bíblico cuando Jesús se pierde y es hallado en el Templo. Siempre que lo escucho o lo leo, me recuerda lo que me pasó con mi hijo.
Era primera vez tanto que él cargaba en la procesión infantil de la Iglesia Nuestra Señora de Candelaria. Él muy contento con su túnica y la ilusión de poder llevar en hombros a su Jesús.
Caminamos todo el recorrido, a veces andaba a mi lado de la mano, otras que quería andar en las filas junto con los otros niños, en fin, así estuvimos todo el camino, hasta que le tocó cargar.
Yo le había dado instrucciones de que cuando dejara de cargar se uniera a la fila y ahí lo iba a ir a buscar, que no se saliera, que ahí lo encontraba. Terminó de cargar y él contento, le dije que si iba a seguir en la fila o se salía y él dijo: Sigo en la fila.
Bueno, seguimos caminando, pero en eso, como era primera vez que ambos íbamos acompañando a la réplica de «Cristo Rey«, el Jesusito, yo no sabía que una cuadra antes de llegar al templo había que sacarlo de la fila. En fin, él siguió a la par de la procesión, pero como yo ya le había indicado que si ya no me veía que siguiera a la par de la procesión y que yo lo iba a buscar, cuando me di cuenta, ya la fila de niños que llevaban ya no existía.
Cada quien agarro su camino y la verdad me asusté porque ya no lo vi, y lo único que hice fue dirigir mi mirada a la imagen de Jesús y María Santísima y pedirle que mi hijo no se me fuera a perder. Gracias a Dios en la puerta de la Iglesia lo encontré.
Ya habían entrado las andas. Él me cuenta que un cucurucho le preguntó que dónde estaba su mamá y él le contesto “por ahí anda”. El cucurucho le dijo que se fuera con él y que me esperara en la iglesia que ahí iba a llegar su mamá a buscarle.
Para mí como madre fue una experiencia única, que cuando voy a ver la procesión, tanto la mayor como la infantil, me recuerda ese suceso y me pongo nostálgica. Se me hace un nudo en la garganta y me corren mis lágrimas, porque sé que él me cuido a mi hijo y creo que el cucurucho fue nuestro Señor.
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