Hay un refrán que dice «no todo lo que dicen que es verde es realmente verde en las Redes Sociales». Muchos especialistas que han analizado el comportamiento de la sociedad en estas plataformas de interacción social han confirmado que es una de las herramientas más poderosas para la manipulación de masas, pues los usuarios han perdido las ansias de investigar y leer.
Y no es sólo en nuestro país, esta tendencia es a nivel mundial, la libertad de expresión es un hilo muy delicado que divide la trecha entre el respeto hacia una persona, marca o empresa y el otro bando de una opinión concreta, analítica y objetiva.
El pasado domingo 24 de julio se realizaron las inscripciones para la procesión extraordinaria de Jesús de Candelaria para conmemorar los 100 años de consagración de esta muy venerada y querida imagen; lo que generó una ola de opiniones a favor y en contra sobre las disposiciones que la Asociación de devotos cargadores de Cristo Rey habían realizado.
En efecto, y no era de sorprenderse, las personas iniciaron la cola desde el viernes 22 de julio en horas de la tarde, pues la Psicosis generada en los medios digitales a través de diversidad de opiniones, apuntaba a ser un proceso lento, con una alta demanda e incluso, que ese mismo día se agotarían los turnos para esta procesión de centenario.
Era comprensible pues, que cualquier devoto de Jesús de Candelaria ha de quererlo llevar en hombros para ese día especial.
Ya para el sábado 23 de julio alrededor de las 23 horas, la cola ya alcanzaba la esquina de la 4 calle o «Callejón del Judío» y 13 avenida; el clima no daba tregua, lo pronosticaron y en efecto se dio: lluvias torrenciales durante todo el fin de semana.
Esto por supuesto, no fue excusa para segregar la cola; en ella personas adultas, jóvenes, familias completas se dejaron ver; algunas preparadas para cualquier tipo de clima, y otras sin siquiera llevar un sólo suéter; de todos modos, ahí estaban, esperando la hora para comprar el turno que les permitiría llevar en cualquier calle al Nazareno de Asturias.
Muchas personas, conversando, algunas sin conocerse se empezaban a contar entre ellos anécdotas entorno a nuestras tradiciones, los precios de los turnos, recuerdos de la Semana Santa de antaño y otras, una oportunidad para estar en silencio rotundo, escuchando únicamente las conversaciones de su entorno.
Y no era de sorprenderse, que dentro de esas más de 500 personas en la madrugada, un pequeño grupo a quienes por tradición toman estas actividades para salir de sus casas e ingerir bebidas alcohólicas como si la temática fuera la celebración de algún cumpleaños.
Todos, en algún momento, o tal vez la gran mayoría toma bebidas ‘espirituosas’ para ocasiones especiales; pero bien lo dicen nuestros abuelos: «cada cosa en su lugar», o de repente, al creer que se encontraban cerca de 2 salones para eventos abarrotados de personas que celebraban algún acontecimiento especial, podrían hacerles creer que podrían tener la licencia para llevar este tipo de líquidos.
Pero en efecto, por esas 2, 3, 5 o 10 personas, los comentarios eran justo para hacer la denuncia o señalamientos, para indicar que un gran porcentaje de personas estarían realizando estas acciones, que bajo la coyuntura en que se estaba generando, no era bien visto.
La gran mayoría conectados con su smartphone pendientes de las opiniones en los grupos, y la información que páginas devocionales o portales de comunicación que subían en cualquier minuto lo que sucedía en la misma cola.
La Asociación publicó días antes, que no era necesario pernoctar, pues el proceso iba a ser agilizado para evitar que las personas tardaren mucho en inscribirse, pero no fue esto en si lo que motivaron a las personas el querer ir una o dos noches antes, sino las tendencias que se estaban generando a través de páginas informativas: los turnos podrían agotarse ese mismo día.
Empezó así entonces, la denuncia en redes sociales sobre la negación de todos el seguir las ‘recomendaciones’ que habían realizado por parte de la Asociación de Candelaria.
A pesar de ello, la desesperación provocó el movimiento de las personas, y puedo afirmar que gracias a una página informativa que indicaba que ya se había platicado con miembros de la Asociación para lograr el acuerdo de dejar a las personas empezar a realizar la cola correspondiente, es entonces que ya en horas de la tarde-noche, las personas se hicieron presentes al barrio de Candelaria.
El resto de la crónica, todos de seguro fueron testigos, que entre cucuruchos se criticaban y denunciaban bajo la angustia de que por causa de otros, perderían la oportunidad de cargar a Jesús de Candelaria.
Todos, gracias a las redes sociales, podemos emitir opiniones y expresar libremente lo que bajo nuestra perspectiva empírica pueda generar una hipótesis de algún hecho que estamos observando, y por supuesto, los sentimientos adversos que tienta al buen cristiano se hacen notar con las palabras que insultan, provocan y dejan en el olvido que todos somos cucuruchos.
¿Esto pasaba antes? si, desde que empezaron a realizarse las colas en otras inscripciones, en otras parroquias y en otros años, estas mismas opiniones se escuchaban, pero la diferencia entre ésta época y la actual, es que ahora tenemos el poder de la información en nuestras manos, si, en nuestras manos: el celular con internet.
Las conclusiones, puedes tomarlas bajo tu propio criterio, pues Dios nos ha hecho diferentes y nos ha dado esta amalgama de ideas y personalidades para que juntos podamos construir una verdadera comunidad.
Ahora ¿podemos cambiar? si, cuando iniciamos este proyecto y se lo he trasladado al equipo que lo conforma es que tengo la firme esperanza de que si somos agentes de cambio, entonces podría ocurrir. El esperar que los demás lo hagan, sin que nosotros no hagamos nada, entonces estaríamos haciendo lo mismo y así, se volvería un círculo de jamás terminar.
Muchos intentamos trabajar sobre ese cambio, algunos nos dispusimos a ayudar en la limpieza, la Asociación en efecto también lo hizo; y otros en forma anónima, ayudaron en repartir café o entre todos, ayudarse para soportar las inclemencias del tiempo.
Lo único que si te recomiendo, es que investigues, analices, veas los diferentes escenarios posibles y con ello, poder no sólo opinar, sino que también actuar en favor de que entre los cucuruchos podamos hacer de nuestras tradiciones, un vehículo que permita un acercamiento pleno a quien se supone nos une: Jesús.