En este 2015 tuve que hacer cola por más de 5 horas para adquirir mis turnos para llevar en hombros a la C.I. de Jesús Nazareno de Candelaria, «Cristo Rey«, y a la C.I. de Jesús Nazareno de La Merced, «Patrón Jurado» de Guatemala.
Después de 18 años, decidí nuevamente volver a cargar en estos magnos cortejos procesionales, pues antes de este tiempo mencionado, ya lo hacía año con año, pero por varias razones que tienen que ver con el comportamiento de las personas (involucradas en asociaciones y demás), decidí ya no hacerlo. Esto ya lo conté anteriormente.
El caso es que, a mediados de enero de este año, de las 7am a 1:30 pm, estuve parado en la fila de la Parroquia de Candelaria, soportando hambre, sol y estar sin sentarme. Mientras que en La Merced sucedió casi lo mismo, solamente que la hora fue de las 5:00 a las 11:15 am, aproximadamente.
Tuve que integrarme a las filas como «nuevo«, ya que mis contraseñas no servían más (como la de la foto inserta). Los tiempos cambian, incluso ayer me enteré gratamente, que ahora en el sobre/boleta de entrega de los turnos de Candelaria, viene un código QR para que, a través de nuestro teléfono, podamos ver la marcha que sonará en nuestro turno.
Por supuesto, yo sabía que tenía que soportar lo que ya mencioné anteriormente si quería volver a adquirir un turno este año. No me importó, es más, fui preparado con mis audífonos y mi teléfono con una carpeta llena de marchas. Esto y mis ganas de volver a llevar en hombros a estas imágenes, de quien soy devoto, pudieron más que cualquier otra cosa.
Pero dejando a un lado mis anécdotas, tristemente me entero ayer mismo que en las colas de El Calvario y San José, se tuvo que llegar al extremo de que la Policía Nacional Civil tuviese que estar a inmediaciones de aquellos lugares, para evitar problemas causados por los «fieles» devotos. Incluso en la 18 calle tuvo que llegar una ambulancia, me cuentan.
¿Los motivos? En El Calvario, resultó un caos la cola y hubo mucho desorden. Se dieron unas boletas para llenar y llegar a inscribirse el sábado siguiente. Mientras que en San José, la noche anterior (sábado), pusieron números en los brazos de las personas, con la idea de que se marcharan y regresaran al día siguiente; al parecer, estos números no eran oficiales y todo se complicó. Lo que sí es cierto y que yo mismo vi, es que a las 4:30 aprox. mucha gente estaba haciendo cola y casi seguro pernoctó en los alrededores. Todo esto me fue contado por las personas que vi por ahí y a quienes pregunté, así como amigos y reporteros de este sitio.
Es de todos conocido que la mayoría de parroquias no cuentan con un sistema de vanguardia para realizar la venta de turnos. No es tan complicado llevar una base de datos en una computadora y utilizar una red interna para que haya varios equipos que puedan atender a varias personas al mismo tiempo pero, repito, no se tienen los recursos a veces.
Pero lo anterior no es motivo como para que los que desean cargar, tengan que sacar lo peor de sí y llegar a los golpes y empujones inclusive, merced a que no han podido adquirir una contraseña para una cartulina. Ya no digamos las palabras soeces y el avivamiento de la ira y el odio, en las filas de una iglesia, irónicamente. Y claro, sin entrar en detalles de algunos pocos que llegan desde la noche anterior, acompañados de un six de alguna cerveza fría o ¿por qué no? una botellita de algo, digo, para el frío.
Yo mismo presencié ayer, en la fila de La Merced, cómo una persona presumía a otra que estaba atrás de mí, que logró colarse y de paso, logró meter a su nieto, para adquirir una contraseña. Aquel «trofeo» no fue bien visto no solo por mi, sino por varias personas que estaban cerca y que, al igual que yo, ya teníamos cerca de 4 horas de estar parados. Aunque debo decir, mis compañeros de fila de ayer, fueron muy amenos con sus anécdotas de procesiones y otros temas, ojalá nos veamos en filas.
Por otra parte, tras ver la acción de aquel anciano, de inmediato recordé a mi hijo, pues no lo quise sacar tan temprano de la casa para llevarlo a la cola del Niño Jesús de la Demanda, me dio ternura ver que aún dormía. Sin embargo, estuve llamando a mi casa para que lo llevaran cuando estaba a punto de adquirir mi contraseña, para que diera tiempo. Tras cerca de 5 cinco llamadas fallidas, decidí mejor optar por ir a traerlos y así lo hice. Regresamos y lamentablemente ya no había turnos.
Repito, este episodio me recordó a la acción del señor que se coló. Nada me hubiese costado ir a comprar un turno a las filas de los niños, de hecho, no sé si se podía hacerlo sin que mi hijo pasara por el cartabón, pero lo hubiese intentado. O cómo no se me ocurrió «prestarle» el niño a alguien y hacerlo pasar por mi hijo y así adquirir el turno. ¡Lo hubiese hecho! si al final somos tan «ingeniosos y atrevidos» los chapines.
Me resisto a pensar que los cortejos procesionales lleguen a ser un show callejero lleno de adornos, romanos, uniformes de cucuruchos y mucha gente tomandose selfies, tanto cargando, como afuera, en las filas. No quiero seguir pensando que muchos cucuruchos solamente van a conectar a las filas de las mujeres. No quiero resignarme a pensar que, como en Viernes Santos anteriores, tenga que escuchar a las personas que observan algún cortejo de un sepultado y que digan que «X procesión estuvo más bonita que Y», definitivamente no me agrada esa idea.
Creo que por eso es que algunos cortejos como «La Reseña» aún continúan con su mística, ojo, esta es mi percepción personal. Posiblemente el hecho de que la imagen del «Patrón Jurado» salga con una túnica sencilla y sin ningún adorno, más que algunos arreglos florales, me resulta uno de los mensajes catequéticos más lindos, es decir, la imagen misma de Jesús de la Merced, con la cruz a cuestas. ¿Habrá necesidad de resaltar algo más que a la propia imagen de Jesús? Insisto, es mi opinión personal y es solamente por poner un ejemplo.
Por lo pronto y tratando de justificarme un poco, con esta nota no me estoy dando baños de santidad ni mucho menos, pero como me decía mi papá (Q.E.P.D.): Para todo hay un tiempo y un lugar. Sería bueno que nosotros mismos demos el ejemplo, por eso me incluyo, y no podía quedarme sin mencionar los sucesos de ayer. Creo que es nuestro deber decirle al hermano cucurucho que no está haciendo las cosas bien, que las haga mejor. Pero ya no estará en mí cambiar a esa persona, precisamente, y lo lindo de todo esto, es que está en esa persona realizar el cambio. En concreto, si estoy haciendo mal, yo mismo debo cambiarlo, ojalá sin que alguien me lo diga.
Esperamos que todas las cosas se resuelvan para quienes aún deben ir por sus contraseñas (en el caso de El Calvario) y si no, pues guardemos la calma, porque recordemos que lo que hacemos «mal», siempre será un motivo más para que las personas de otras religiones tengan argumentos para recriminarnos. Si nos critican por el hecho de la salida a las calles de los cortejos procesionales, imaginemos por cosas que salen hasta en las noticias.
Paz y bien cucuruchos, pero ante todo, católicos cristianos. ¡Viva Cristo… Jesús VIVO!
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