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“Mi fe en El Señor de San Nicolás, obsequio de mi padre…”

Esta es una anécdota que se resume en una frase muy sencilla pero también fuerte: “Aunque dejes la hermandad, no dejas de amar a tu Señor…” Y es que la devoción de mi papá al Señor de San Nicolás es algo realmente especial. Mi papá llevo al Señor en hombros durante 32 años siendo socio activo de la Hermandad. El fue directivo, siempre fue el encargado de limpiar la urna donde El Señor seria procesionado, incluso tuvo la oportunidad de donarle una túnica color beige con diamantes junto a otro socio.

Cuenta que el último año que lo llevo en hombros EL Señor lucio una túnica de color verde, su color favorito, el color de la esperanza.

El vivió unos años en la ciudad capital y a pesar de no tener a su imagen de devoción cerca, viajaba todos los viernes santos y casi para todas las velaciones del mes de noviembre para acompañarlo. Hoy, a sus 61 años y aunque no va en filas, mi papá aún se emociona al ver la procesión ahora que ya vive en Xela junto a nosotros.

Como dije en un principio, esta historia es algo diferente ya que no voy a contar un milagro, prodigio o hecho que me haya beneficiado a mi o a el puesto que los milagros y las bendiciones pueden verse a diario en mi familia.

Y es que mi señor padre, cuando yo tenía 16 años e ingrese a la Hermandad me heredo su túnica y su rosetón los cuales porto por muchos años en las filas de la Hermandad.

Esta herencia es la que quiero contarles, pero más allá de la herencia: la fe, fe que mi papá me ha transmitido en sus acciones y no solo en sus pasos, puesto que casi a diario, cuando va para su trabajo mi viejo aprovecha a pasar a la parroquia San Nicolás para visitar a su Señor.

Una frase que mi papa siempre a dicho es que “A pesar de que la imagen del Señor de San Nicolás representa a Cristo fallecido, para mi, Él solo está dormido y en verdad Cristo vive…” Y para muestra un botón como dicen, comparto una foto de mi papá en una de sus tantas visitas a su Señor de San Nicolás.

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