Anécdota de: Diego Mendez.
Estaba atravesando una situación muy difícil en todas las áreas de mi vida y estaba muy débil espiritualmente.
Se había llegado la cuaresma y con ello daban inicio los programas cuaresmales en la radio. Un día sin querer coloqué sintonicé uno de los programas y estaban justamente los de la Asociación de Cristo Rey estaban hablando de la alegoría de este año, me impactó al sólo escuchar el mensaje procesional: «Perdónanos como nosotros perdonamos».
El perdón y el Año de la Misericordia, cuantas veces no lo escuchaba en las homilías, pero ahora me tocaba ponerlo en practica. Toda la cuaresma pasaba por mi mente: «Perdónanos como nosotros perdonamos». Y aun hoy en día, resuenan en mi mente.
Se había llegado el Jueves Santo, Jueves de Cristo Rey y como todo devoto me acerqué a Candelaria para poder ir a ver la solemne salida. Suenan los timbales y con ellos ‘Una Lágrima’ ¿quién al escucharla no rompe en llanto?.
Salió Jesús y comencé a contemplar el mensaje de ese día. La mujer pecadora, el sacerdote perdonando los pecados y sobre todo la bella imagen de Cristo Rey. No sabia que pasaba dentro de mi corazón, me dolía demasiado y comencé a llorar.
Como todos los años asistí a los oficios de ese día, a la adoración eucarística y me dispuse a incorporarme a las filas para esperar mi turno.
Después de meditar un rosario mientras venía el cortejo, cuando me di cuenta el anda estaba frente a mi. Se me hace un nudo en la garganta solo de recordar. Suena el timbre y comencé a cargar por la calle del Arco.
Sentía como mi corazón ardía en amor a Jesús y como Él me perdonaba y me amaba. Jesús estaba transformándome y sanándome. Besé el bolillo varias veces y no dejaba de llorar y pasaba por mi mente: «Perdónanos como perdonamos».
Después entendí que Jesús estaba sanando mi corazón. Recuerdo que con lágrimas en los ojos me dispuse acompañarlo hasta la entrada; Marcha Fúnebre, La Granadera y Una Lágrima indicaban que el cortejo había culminado.
Mi vida cambio después de ese día, ahora sirvo en la Iglesia, soy catequista y sobre todo perdoné a todas esas personas que me lastimaron.
Cuando necesites de Dios, jamás dudes en ponerte en oración; no importa en dónde te encuentres… y a los cucuruchos nos pasan muchas cosas en plenos cortejos. ¿Qué te ha sucedido a ti? Cuéntanos, y compartiremos tu anécdota.