Esta anécdota fue relatada por la señora María del Carmen Marroquín quien de Dios goza. La historia se remonta a un Domingo de Lázaro para la procesión de Jesús Nazareno de la Caída.
Cuenta doña María que mientras esperaba el paso de Jesús Nazareno de la Caída, un señor le comento que en la década de los años ochenta un joven fue tomado con violencia por unos soldados y llevado a cumplir el servicio militar, el cual como recordamos fue decretado por el señor presidente Jacobo Árbenz Guzmán.
El 11 de abril de 1953 en el que todos los jóvenes comprendidos entre los 18 a 25 años tenían que ser alistados al servicio militar obligatorio.
Pues este joven comento que los militares lo trataban muy mal, con violencia lo hacían que realizara los distintos ejercicios de rutina; dicho joven entro en depresión porque dejo de ver a su familia por largo tiempo y estaba decepcionado de estar en ese lugar.
Un día mientras realizaba los ejercicios de rutina, se le acerco uno de los militares, este era diferente porque tenía un rostro de una persona buena y paciente a comparación de los instructores anteriores.
Todos los días, este nuevo instructor se le acercaba al joven de manera particular para brindarle palabras de ánimo y esperanza que pronto sus ruegos serian escuchados y por fin saldrían de ese lugar tan espantoso.
El aspecto físico de este militar era diferente, ya que tenía tez color blanco, estatura media, barba espesa y cabello de canelones.
La gratitud a Jesús Nazareno de la Caída
Inesperadamente le dieron la noticia al joven que ya podía retirarse del servicio militar, lo cual le extraño porque no se había cumplido el año que le habían dicho que estaría en ese lugar; pues muy feliz tomo sus pertenecías y agradecido con Dios y con la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de la Caída de quien es muy devoto y le había pedido un milagro de que lo sacaran pronto de ese lugar.
Pero antes de retirarse tenía que agradecerle al amable instructor que con sus palabras le había ayudado a no perder la fe.
El joven pregunto al comandante del cuartel que si le podían decir donde localizar al instructor y le brindo la descripción física del bienhechor respondiéndole el militar que ninguno en el cuartel poseía esa características físicas, quedado el joven con la duda quien era aquel hombre misterioso.
El domingo de Lázaro siguiente, el joven se hizo presente como todos los años a llevar en hombros a Jesús Nazareno de la Caída.
En el momento que recogió su turno se fijó en la foto que presentaban y se dio cuenta que Jesús Nazareno de la Caída tenía un gran parecido al misterioso instructor que tanto bien le había hecho en los días más difíciles de su vida, en ese momento comprendió que fue Jesús quien lo visitó en el cuartel para así no dejar que perdiera la fe.
Desde ese día le prometió llevarlo en hombros hasta que él le diera licencia.
Narración proporcionada por: Ana del Carmen Jiménez
Fotografía cortesía de: Miguel Ángel Castillo Reyes
Publicado en: Domingo de Lázaro