Anécdota enviada por: Luis Pérez.
Era el miércoles de ceniza del 2015, yo estaba esperando con ansias el vía crucis de Jesús de la Justicia con mucho ánimo; ese día yo no tenía turno así que fui vestido de ropa casual, fui acompañado con mi primo y mi tía.
Mi primo iba vestido de traje, él quería cargar y así fue, cargó y yo me sentí mal porque la razón de que yo no podía, de pronto se me ocurrió la idea de cambiarnos de ropa cuando el cortejo había entrado a San Francisco. Rápidamente me cambié de ropa con mi primo en el atrio y seguí el cortejo.
Llegué a la 14 calle y 6ta. Avenida donde iba a ser entregado el turno, pregunté si habían brazos disponibles y me dijeron que estaban completos los 16 brazos, fui al turno que tocaba en la 15 calle y me dijeron lo mismo. A la 16 calle y tampoco habían brazos disponibles, solo tenía una oportunidad, que era en la 17 calle porque ya el siguiente era el turno de honor entrada, entonces fui a ver si podía cargar y me dijeron que no, ya estaban los 16 brazos completos.
“Bueno, no se pudo”, pensé, me hice un paso atrás para ver a Jesús de la Justicia por última vez cuando de pronto uno de la hermandad se acercó hacia mí y me dijo: «Puede ingresar al turno»; yo me sentí con una gran emoción porque iba a ser la primera vez que turno iba a ser integrado por 17 brazos «uno más».
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