(texto original de Antonio Asencio)
Soy un fiel devoto de Cristo Rey Jesús de Candelaria, Mi Negrito como me gusta decirle; gracias en especial a mi madre, y soy cucurucho gracias a la iniciativa de mi abuelo.
La primera vez que lo lleve en hombros fue en el lejano 1996, con apenas 12 años. Los años posteriores al 96 por diversas razones dejé de cargarlo, pero todos los años íbamos con mis abuelos y mi madre a ver la procesión en el cerrito del Carmen, específicamente en la Avenida Juan Chapín donde terminan las comisiones de honor y empieza el primer turno de cucuruchos. Ellos siempre me decían ¿Y cuándo vas a cargar?, «el otro año» contestaba yo.
En el año 2007 tuve el privilegio de volver a filas y hasta el día de hoy permaneceré en ellas mientras el Señor me dé vida y fuerzas para hacerlo. Por cuestiones de mi carácter nunca me ha gustado que mi familia me vea cargar, porque les decía que prefería que vieran la procesión a que me vieran a mí; cosas que se le meten a la cabeza a uno. De igual manera el Jueves Santo me gustan los turnos en la noche, para poder acompañar al Señor el máximo de tiempo posible, teniendo la bendición de cargar la mayoría de veces a esas horas.
Hoy ya siendo un hombre, felizmente casado, siempre nos juntamos con mi mama y mi hermano en el mismo punto de siempre, la Avenida Juan Chapín para ver tan magno cortejo, siguiendo la tradición familiar. Mis abuelos aún con vida, ya no nos acompañan debido a su edad avanzada y diversas enfermedades que les impiden caminar mucho, mi abuelo con deficiencias renales y mi abuela con diabetes.
Como todos los sábado de ramos, en el año 2014 mi ilusión era ir a recoger mi turno para ver qué número me había tocado y con qué marcha, lo normal para cualquier cucurucho. Ese día llegué temprano al templo, hice mi cola, no mucha porque fui uno de los primeros en llegar; cuál iba a ser la sorpresa, cuando saco la cartulina del sobre y veo la imagen de Mi Negrito indicándome que ese año tenía el turno 9, ¡si el turno 9!, el primero de cucuruchos, ese turno que año tras año mirábamos con mi familia en el cerrito del Carmen, y por su puesto con la marcha Cristo Rey de Miguel Zaltrón, lagrimas rodaron por mis mejillas instantáneamente y muchos recuerdos vinieron a mi mente en tan solo unos segundos.
Ese año hice todo lo posible por convencer a mis abuelos de que fueran a verme, sí yo, al que no le gustaba que lo vieran cargar, ese año trataba de convencerlos de que fueran, cosa que al final de cuentas logré. A pesar de sus achaques llegaron a la hora indicada al mismo punto de todos los años, yo me revestí con mi túnica morada y blanco, esa que me elaboró con mucho amor mi abuela y que hasta el día de hoy porto con orgullo, llevando en hombros a mi Cristo Rey de Candelaria agradeciéndole por el turno más lindo de todos y suplicándole su bendición para los ahí presentes, ya que yo sabía que ese iba a ser el último año que mis abuelos lo iban a ver en vivo.
Hoy en día aún están con nosotros, este año vieron todas las procesiones por televisión, a mí me tocó el turno 129 para el jueves santo blanco. Pero siempre llevo en mi memoria ese precioso turno 9, en el cual Jesús de Candelaria me regalo un jueves santo al lado suyo y al de mi familia, el único turno que me tocó cargar temprano y en el que ellos me vieron.
Haz de cuenta que te estás sentando a tomar un café con más de 6 mil cucuruchos y cucuruchas contando esos hermosos momentos dentro de nuestras tradiciones, así son nuestras anécdotas, ¡cuenta la tuya!
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