Aun recuerdo como si hubiera sido ayer, los primeros años que fui a cargar con mi papá, mi mamá y mi hermano a casi todas las procesiones de la Antigua Guatemala; fueron del 2010, 2011 y más adelante… pero en el 2013 ocurrió algo que seria muy triste para mi.
Recuerdo que exactamente un día sábado, antes del cuarto domingo de cuaresma, el cucurucho mayor (mi papá) sufrió algo que comúnmente le llamamos «punto de derrame» y a raíz de eso se desencadenó un montón de problemas de salud, por lo que tuvo que ser internado en el IGSS de la zona 9; llegó el cuarto domingo, y un día después de que ocurriera eso ya estábamos inscritos para la procesión; fuimos con mi hermano a cargar, y él, por ser más alto cargó el turno de mi papá.
Recuerdo haberme sentido muy triste y en cada turno, siempre se me escapaban las lágrimas pidiéndole a Dios por mi papá, así fueron pasando esos días y a mi padre aún no le daban de alta.
Llegó Jueves Santo y ni habíamos querido que mi papá se enterara de qué día era, ni que había pasado con sus turnos, porque sabíamos que eso seria muy doloroso para Él.
Aprovechando la confusión nos reservamos esa parte cuando lo visitábamos; ese mismo día, por cuestiones de horario a mi me tocó cargar el turno de mi papá; recuerdo que ese turno fue por las ruinas de la concepción; fue una de las sensaciones mas tristes de mi vida, aunque una en la que sin duda, sentía que Dios estaba conmigo escuchándome… y así pasaron los días, hasta que terminó la Semana Santa.
Días después, mi papá cucurucho fue dado de alta, fue una felicidad tremenda verlo en mi casa otra vez y poco a poco fuimos contándole de lo ocurrido en la Semana Santa. A raíz de lo ocurrido, lo que más lamentamos es que no se sabia si mi padre podría volver a cargar. ¡Eso me preocupaba mucho!
Llegó el 2014 y con él, la cuaresma, recuerdo la felicidad que sentí cuando vi a mi papá cargar su turno en la procesión de Jesús nazareno de Santa Inés (segundo domingo), porque gracias a Dios estábamos allí, pero la experiencia más bonita fue el viernes santo, casi de última hora nos inscribimos en la procesión de Santo entierro de la Catedral de la Antigua, una procesión ‘pequeña’, pero muy especial.
Recuerdo que cargué varias veces, pero a diferencia de un año anterior, andaba solo yo con mi papá, pues mi hermano carga en San felipe y la Escuela de cristo.
Siguiendo con el viernes santo del 2014 llegamos hasta la entrada y recuerdo que estábamos enfrente de la catedral, viendo como el cortejo procesional hacía su ingreso; yo estaba del lado derecho de mi papá; puse mi brazo sobre su hombro apoyándome en él, ese momento lo recuerdo como uno de los mas especiales de mi vida, el cielo estaba hermoso, cuando empezó a sonar ‘la granadera’ inicié mi oración con un «Gracias Dios mío, si se pudo y aquí estamos», mientras trataba de no llorar porque mi papá estaba allí conmigo
Fue algo inexplicable, una mezcla de sentimientos de felicidad y agradecimiento a Dios, porque gracias Él, mi papá esta con nosotros a pesar de tantos problemas de salud.
Mi fe aumentó, sin duda Dios siempre esta con nosotros, escuchándonos, haciéndonos fuertes. Como cucurucho, es algo muy especial hacer una oración en ese momento en que llevamos en hombros a una imagen y luego de una Semana Santa, ver la cartulina del turno que nos tocó cargar, podemos recordar momentos que nos hicieron sentir muchas emociones y tantas cosas.
(texto original de Danilo Urías)
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