El Recorrido de la Vida
“Buen turno…”
En ese instante no entendía el significado del porque las lágrimas de mi padre, hoy que mi recorrido esta por terminar lo hago… aquel Viernes Santo que ya se ha perdido en el calendario del siglo pasado iniciaba mi vivir como Cucurucho en la procesión del Patrón de la Antigua Guatemala, el Señor de la Merced, aunque vivíamos en la Capital mi padre nunca abandono sus tradiciones y costumbres y mucho menos la herencia que mi abuelo le había dejado, un legado familiar de quien sabe cuantas generaciones.
Conforme yo crecía me emocionaba ser participe de estas conmemoraciones, no importaba si era como aspirante pues sabía que algún día sería cargador como mi Papá. Los años pasaron, en un abrir y cerrar de ojos estaba inscribiéndome para cumplir aquel anhelo de niño, por fin caminaría en las filas de una procesión “de grandes” ya no sería un aspirante, no se como explicarlo pero la bella imagen que resguarda el templo de la Aldea de San Bartolomé Becerra robo mi corazón desde pequeño y fue allí donde cargue por primera vez, entenderán ustedes que en esa época el recorrido era más corto y un andas más pequeña pero era tanto el respeto y solemnidad dentro del cortejo que era como transportarse a otra sociedad, ser parte de las filas de cucuruchos de la Procesión del Soberano Señor de la Caída era para mí todo un honor, cuando Jesús hacia su paso al final de la Antigua Calle de la Cruz de Piedra e Inicio de la Calle Ancha de los Herreros, un viento poco común soplo e hizo que el árbol llamado Pimental estremeciera sus ramas como un agradecimiento porque el Nazareno visitaba un año más aquel barrio, aquel solar de la Ciudad Colonial, tan lejos de su casa se encontraba el señor, justo allí era el inicio del retorno de la Procesión.. jamás olvidaré lo que mi padre me dijo en ese momento:
“Mijo, este Quinto Domingo es muy especial para mí y ¿sabes por qué? Porque hoy vi uno de mis sueños hechos realidad el cual fue verte llevar en hombros al señor de la caída porque sé que es la imagen de tu devoción, en este preciso lugar hace ya muchos años tu abuelo, que en paz descanse, me dijo lo que yo te quiero heredar y es una forma de ver la vida al ser un cucurucho: “la vida es como una procesión, nuestros años en este mundo están representado por las cuadras del recorrido, las marchas tan bellas que son interpretadas en el trayecto algunas alegres y otras tristes son las experiencias duras que atravesaras a lo largo de tu vida pero también momentos felices, momentos únicos que te marcaran… justamente acá donde nos encontramos es la representación de la mitad de la vida, la mitad del recorrido. te preguntarás ¿por qué tomo de ejemplo esta procesión? Sencillo, viene desde lejos y a pesar de eso sus devotos no le abandonan y le acompañan hasta su templo.
Vos tenías apenas un mes de nacido el viernes santo de hace 13 años y al llevarte conmigo mientras cargaba al colocho mercedario no pude evitar pensar que 30 días atrás tu abuelo partía de este mundo y vos veías la luz por primera vez, Una procesión ingresaba al templo mientras que otra iniciaba su recorrido, el recorrido de la vida… sé qué aun estas muy patojo para entender esto pero debía decírtelo Francisco…”
Su voz entrecortada no le permitió pronunciar más en ese momento y una lágrima brotó de sus ojos. Desde allí nos despedimos del amor de mis amores y esperamos que su santísima madre pasará, nos santiguamos y emprendimos marcha hacia la casa del barrio de la Merced… cuando cumplí 20 años decidimos mudarnos de forma definitiva a la Ciudad de las Perpetuas Rosas… Los años pasaban y veía como mi padre poco a poco perdía fuerzas más nunca su amor y devoción al Nazareno de los Antigüeños, cada Domingo de Ramos y Viernes Santo le acompañaba menos en su recorrido hasta el día en que fue llamado por el señor al descanso eterno, expiró con una sonrisa en su rostro como diciendo “misión cumplida” como haber acompañado la procesión hasta el final, hasta la entrada.
Cumpliendo con la tarea que mi padre me encomendó de transmitir esa filosofía de vida, en su momento les hice saber a mis herederos ese pensamiento tan hermoso de su abuelo estando de testigo el viejo pimental de la Calle Ancha, aunque la imagen de devoción de cada uno de nosotros es distinta, en el caso de mis dos hijos su corazón esta con el señor sepultado de la Escuela de Cristo, no importa pues todas representan a ese mismo ser superior que entregó la vida por nosotros aquel primer viernes santo.
La tradición de generaciones de Cucuruchos sigue viva en mi familia y ahora son ellos los encargados de heredar lo que un día me fue encomendado por mis antepasados… 85 años pesan, 85 de los cuales 72 he llevado en hombros a Jesús de San Bartolo, mis fuerzas se han agotado paulatinamente, cada día estoy más cerca de la Entrada, del final y aunque procuro no pensar en ello estoy preparado para ese momento pues di mi mejor esfuerzo por cumplir mi misión no solo como cucurucho, sino como padre, esposo y cristiano, será el de arriba quien decida el día y la hora pero mientras ese momento llega ¡Vamos Señores!