Anécdota de Juan José Trujillo.
Todo comenzó el año pasado cuando asistí a ver el cortejo procesional del Quinto Domingo de cuaresma, pues desde que cambiaron la Directiva de nuestra Hermandad de El Salvador ya no lo habíamos podido cargar.
Llevaba más de 7 años sin hacerlo y lo miraba cada año, un familiar me dijo «vamos y nos quedamos a toda la procesión» y así fue; anduve cerca de Él viendo tan lindo que iba y rezando por mi familia.
Se llegó la entrada de Jesús de la Caída, fue la primera vez que lo miraba entrar, llegaron los romanos hacer valla para que la procesión podría entrar sin que nadie obstruye su paso; en eso hablé con un romano me dijo que era su primera vez como romano y le comente lo mismo. De repente vemos que venía el cortejo y empezamos a escuchar su marcha oficial, los romanos se pusieron enfrente para ya no dejar pasar a nadie y mi amigo (romano) me dijo «pase rápido» y pude entrar mi Jesús de la Caída. Jamás había estaba dentro escuchando como tocaban su marcha, yo llorando, me hinqué y fue cuando le prometí que me diera su bendición que yo el siguiente año lo pudiera cargar de nuevo; que no importara como o cuánto me costara, pero que me diera los recursos para poder cargarlo.
Después que lo bajaron los cucuruchos, mis pies ya no los aguantaba, era un dolor que jamas había tenido, como si se me quemaban, salí a penas de su templo y nos venimos a El Salvador… el siguiente año yo no encontraba como hacer para inscribirme, le escribí a la pagina de la hermandad, a mis amigos, yo sin dinero para ir.
Comenzó la cuaresma 2016 sin turno hasta que un día un amigo me dijo yo iré con otra Hermandad el segundo domingo de cuaresma a ver el cortejo de ese día, «si quieres vamos» y fue tanta mi emoción que llorando acepté.
Nos levantamos a las 3 de la mañana para ir a la excursión cuando llegamos a la Antigua Guatemala, yo no aguantaba por llegar a San Bartolomé Becerra, aunque llevaba poco dinero iba feliz, me inscribí, compré mi turno y salí casi llorando a ver a mi Jesús de la Caída y a darle las gracias por haberme permitido irme a inscribir.
Gracias a Dios, este año lo volví a cargar y lo seguiré haciendo hasta donde se me permita… ¡gracias mis hermanos! este mi testimonio de fe, algo que jamas olvidaré.
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