(Texto original de Salvador Robles)
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Hace 5 años asistí por vez primera al cortejo del día Domingo de Ramos con Jesús Nazareno de los Milagros, gracias a un buen amigo mío que me invitó, no olvidaré esa pregunta: «¿querés ir a cargar a san José?» a lo cual respondí con un rotundo SI. En aquel entonces yo tenía 11 años, por lo que cargaba aún a San Juan, pues como todo cucurucho josefino me enamoré inmediatamente de Jesús de los Milagros.
Pasó un tiempo y hasta el año pasado logré conseguir mi turno para llevar en hombros a Jesús, pero algo que yo anhelaba muy grandemente era poder ver la salida de Jesús de los Milagros; ver como eran levantadas sus andas al compás de Mater Dolorosa, ya que solo lo había podido ver gracias a las transmisiones y vídeos que se comparten, pues desde finales del año pasado que ese fue mi más grande propósito.
Mi familia no asiste al cortejo, y llegar temprano un Domingo de Ramos, eso era algo casi imposible, además de mi corta edad; al iniciar la cuaresma, en mi cabeza y corazón no había nada más que idear la manera de cumplir mi sueño, algunas veces me iba a dormir pensando en ese momento y que seria de mí si no llegaba a él. Por supuesto que me ponía constantemente a rezar para que me tocara un turno tempranito, y así poder ir ver la salida, cosa que no fue así, Dios supo porque.
El Sábado de Ramos fui a ver la procesión de Jesús del Consuelo pasar por San José; en el atardecer de ese día, mientras el señor del consuelo pasaba frente al santuario al compás de Mater Dolorosa, solo le pedí a mi señor me diera la vida y la fuerza para el gran día. Llegué a mi casa y no sabía que hacer, la verdad no tenía con quien irme a ver la salida, incluso mi mama me preguntó ¿que vas a hacer?; recordé que un amigo asistía desde hace ya mucho tiempo a la salida de Jesús de los Milagros, lo llamé y le pregunté si podía irme con él, se me cumplió, mi amigo sin ningún pero se ofreció llevarme; me levanté muy temprano y fui a su casa, llegamos al santuario a eso de las 3:30 de la mañana, entramos al abrir las puertas y ahí estuvimos.
Vi el amanecer de ese hermoso Domingo de Ramos a través de la puerta del templo, al escuchar la fanfarria romana no podía creer que tenía la fortuna de estar ahí, escuché el timbre y ese majestuoso mueble levanta al Rey del Universo; lloré como jamás lo había hecho en mi vida, recordar cuando era más pequeño y yo le conocí, recordar tantas cosas que habían pasado durante 5 años atrás junto a él, recordar las veces que no conseguía turno para san Juan y lloraba de solo pensar que no lo podría ver, recordar a mis amigos que me regalaban turnos para que pudiera ir a verlo, no podía creer que estaba cumpliendo el mayor anhelo de mi corazón, ¡como no llorar si estaba frente a él!, cómo no llorar si la espera había terminado, cómo no llorar al escuchar la marcha de la imagen que mas amo, cómo no llorar si me sentía afortunado, cómo no llorar si al escuchar el picolo y el ultimo minuto de la marcha me hacían sentir que la vida me daba nuevas fuerzas para seguir, cómo no llorar si estaba tan agradecido de estar viviendo ese momento. Empapé mis guantes al limpiar y limpiar mis lagrimas, a pesar de que no veía mas que su obra cuando él se acercó mas y mas hacia donde yo estaba; mi corazón latía fuertemente, solo podía decirle ¡Gracias Papito!
Cómo no sentirme aún mas dichoso si al escuchar Dios es Amor la alegría me invadía de solo pensar que ¡el sueño era realidad!; hoy a mis 16 cortos años de edad, esto ha sido una de las mejores experiencias que he vivido, las más emotiva, la más hermosa, la satisfacción de haber cumplido uno de mis sueños, e incluso más que un sueño: había sido una promesa al Rey del Universo, y se que aun me faltan muchas salidas junto a Jesús Nazareno de los Milagros. Para muchos quizás el asistir a la salida ya no sea algo extraordinario pero es que en realidad ver a Jesús de los Milagros al compás de su marcha es lo mejor que puede haber en este mundo para mi, no se para ustedes.
Solo sé que cuando Jesús de San José entra a su templo, ya estoy empezando a esperar el Domingo de Ramos del siguiente año para poder verlo salir y agradecerle un año más junto a él, si Dios así me lo permite.
¡Dios es Amor!
¿Salvador habrá dicho con ésta anécdota lo que un cucurucho josefino siente al ver la Salida de Jesús de los Milagros?, compartenos qué sientes tú al ver esto: