No se comprendía la razón de la expresión de emoción de un pequeño niño al caminar en la alfombra ante la vista de decenas de personas esperando el paso de Jesús de la Humildad aquél Jueves Santo.
El primo Amilcar lleva un dolor profundo, un duelo eterno que alivia elaborando una alfombra para el paso de El Peregrino de la Humildad:
-Fijate que pienso descalzar a Fernandito y pararlo en la alfombra para que Jesús vea sus huellas-
-No, no hagás eso- le digo con mi cara de regañón.
No dice nada; el silencio nos confronta.
-Fernandito pasa la alfombra de A a Z; toda la alfombra.
-Vos, pero…-
-Aquí no hay peros-
El Peregrino de la Humildad se acerca:
Fenandito se está durmiendo en los brazos de Claudia y yo, le quito los zapatos; él se despierta, me mira, sabe que algo hermoso está por ocurrir.
Lo tomo en brazos y lo paro sobre la alfombra señalándole y diciéndole que su mámá lo espera, allá muy lejos, al otro lado de la obra elaborada para Fernanda y Fernandito: una plegaria artística a El Peregrino de la Humildad.
A Fernandito lo sorprende la cama de aserrín, ese aserrín con el que se pasó jugando esa mañana mientras trataba de evadir la vigilancia y echarle sobre la alfombra puñados de colores: lo logró!
Tomados de la mano comenzamos a recorrer la alfombra mientras se oían gritos: No haga eso, señor! Saque al niño de la alfombra! qué abusivo! (no sigo contando todo lo que oí; fue un linchamiento. Fernandito les hubiera gritado ‘CAACAA’, sin embargo él estaba en su Universo: me soltó la mano y se la dio a Fernanda su mamá(+): los dos recorrieron la alabanza a El Peregrino de la Humildad.
El peregrino de la Humildad
El momento se realizó sobre la calle adyacente a la iglesia de la Escuela de Cristo sobre el recorrido de la procesión de San Cristóbal del Bajo (El Peregrino de la Humildad).
La historia de ‘Fernandito’, cuya madre Fernanda, falleció por complicaciones de salud unos días después que tuvieron que intervenirla para darle nacimiento al niño, que pasó en el intensivo por varios días.
El niño fue asistido, luego, por el método canguro en el seno de la familia. El abuelo Amilcar Morales elaboró la alfombra como un acto de duelo y recordatorio de esos sucesos dramáticos.
Es entonces, que cuando El Peregrino de la Humildad se presenta sobre la calle, decidimos que el niño pase caminando sobre la alfombra y, sentimos que Fernanda, su madre, también estaba presente para acompañarlo. Fue desagradable escuchar los gritos de la gente que pedían que se sacara al niño de la alfombra y otras expresiones que considero fuera del contexto del evangelio.
En definitiva, entendemos que este acto de duelo y de fe, nos muestra que demasiada gente cree en un Jesús muerto o en una imagen de Él que es la que pasa sobre las alfombras: pensamos que este momento, de Fernandito y su Madre, antecediendo a Jesús Vivo y predicando el evangelio, nos abre la puerta para que expresemos de qué manera Cristo vive dentro de nuestra Fe, no solamente crear obra inertes para el disfrute de la vista de devotos, visitantes y turistas. De cualquier manera, la realidad es que no es Jesús quien admira las alfombras, pero sí, la gente la que las destruye y, a veces, como en el caso de alfombras con verduras, frutas y otros adornos, provocan la lucha por llevarse un mango o un jocote o una zanahoria o una flor, o un corozo, o un juguete; algo así como cuando se revienta la piñata y nos tiramos a recoger un dulce.
Atentamente, Jorge Ricardo Guerra García