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Lo que me ocurrió al ver a la Soledad de la Escuela de Cristo

Anécdota de: Luis Estrada.

Era un domingo como cualquier otro, saldríamos de paseo con mi familia el lugar al que iríamos era la Antigua Guatemala el lugar ideal para aquel domingo del cual no me imaginaba lo que me iba a pasar. Iba con la ilusión de conocer la Escuela de Cristo aunque sinceramente por conocer al Sepultado de la Escuela de Cristo.

Llegamos primero a San Felipe visitamos al Señor y ahí mismo en el «mercadito»comimos, seguimos en los alrededores por la Antigua cuando al fin llegamos a la Escuela de Cristo, entré y oré frente al Altar Mayor. Luego me dirigí a donde se encuentra el Sepultado, me arrodillé y me puse a orar, cuando terminé de orar levanté la mirada y la vi, vi a esa hermosa Soledad de la Escuela de Cristo, vi su rostro, ese rostro lleno de dolor y a la vez de consuelo. En ese momento al verla destrozada viendo a su hijo muerto sentí culpa, me sentí culpable de la muerte de su amado hijo, pero aún así logré seguirla viendo fijamente a los ojos y de repente, una lágrima bajó por mi mejilla, después de esa lágrima toda esa tristeza se convirtió en alivio y consuelo porque sentí que estaba al lado de mi madre, que a pesar de que nuestro Salvador había muerto, sabía que nos dejaba a su más grande tesoro que era su madre y ahí me di cuenta que no necesitábamos nada más.

Así que no podría decirles un sentimiento en concreto que sentí ese día, ya que fue una sensación extraña, una sensación de tristeza y consuelo a la vez. Y recordé su Marcha oficial… Dolor, Consuelo y Alegría y justamente así me sentí al ver su rostro.

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