Desde el 16 hasta el 24 de diciembre, las noches en Guatemala cobran vida con un sonido especial: el de los chinchines, los caparazones de tortuga, los pitos y los cantos que anuncian el paso de las Posadas. Esta novena no es un rezo silencioso; es una procesión comunitaria que llena de calidez y fe cada rincón de los barrios.
Datos sobre las posadas en Guatemala:
Recordando el santo peregrinaje
Las Posadas recrean el difícil viaje que María y José realizaron desde Nazaret hasta Belén buscando un lugar donde pudiera nacer el Niño Jesús. Cada una de las nueve noches simboliza un mes de embarazo de la Virgen María. Pequeñas andas con las imágenes de los «Santos Peregrinos» son llevadas en hombros por niños y adultos, recorriendo las calles de la vecindad.
El canto que abre puertas
El corazón de la tradición es el canto ritual. La procesión se detiene frente a la casa designada para dar posada esa noche. Desde afuera, los peregrinos entonan las estrofas pidiendo albergue: «En el nombre del cielo, os pido posada…». Desde adentro, los anfitriones responden negándose: «Aquí no es mesón, sigan adelante…». Este diálogo cantado continúa hasta que, finalmente, se reconoce a la Sagrada Familia y las puertas se abren de par en par.
Una fiesta de convivencia vecinal
Una vez que se «da posada», la celebración comienza. Se reza el rosario y, al finalizar la parte solemne, los anfitriones comparten con todos los presentes delicias de la temporada. El ponche de frutas caliente, los chuchitos, las tostadas y los dulces se convierten en el pretexto perfecto para fortalecer los lazos de amistad y comunidad, haciendo de cada posada un verdadero encuentro fraterno.
Las Posadas son el alma de la Navidad guatemalteca. Son una hermosa catequesis andante que nos enseña sobre la perseverancia, la caridad y la alegría de abrir nuestras puertas no solo a los Santos Peregrinos, sino también a nuestros vecinos.
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