Hoy que conmemoramos 18 años de gloriosa canonización del Santo Hermano Pedro de San José de Betancourth, por parte de San Juan Pablo II y en el marco de las festividades de los 802 años de la fundación de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced, Redención de Cautivos, vale la pena releer lo que escribió su confesor por más de 15 años el R.P. Manuel Lobo S.J., “Relación de la Vida y Virtudes del Hermano Pedro”, aumentadas por el cronista Fray Francisco Vásquez de Herrera O.F.M.
En labios de sus biógrafos, conocidos y declarantes en el proceso de canonización ha quedado plasmada la profunda devoción del Santo de Guatemala por Nuestra Señora de las Mercedes, patrona de la Orden ocho veces centenaria y del convento grande que existiera en Santiago de Guatemala y posteriormente en la Nueva Guatemala.
“Cuando el Hermano Pedro de San José de Betancourth tiene negocios de importancia, que le encomiendan, su secretaría donde despacha es en Nuestra Señora de las Mercedes, donde consigue todo lo que pretende en negocios graves; que en los leves aquí despacha en su oratorio, pero en siendo negocio arduo, se va a Nuestra Señora de las Mercedes”, palabras de un declarante en el proceso de canonización.
Apuntan los cronistas coloniales que este santo de la misericordia al ver que alrededor del Convento de la Nuestra Señora de las Mercedes habían muchas personas indigentes que no tenían ropa adecuada para escuchar misa, dispuso el Santo Hermano Pedro de San José de Betancourth construir un retablo en honor al Patriarca San José en la puerta del dicho convento, para que se dijera misa a la hora del alba, o sea al anochecer, decoró el retablo y proveyó de misas a los frailes mercedarios más necesitados, continuándose esta costumbre muchos años después de la muerte del santo. Obra de gran caridad al tomar en cuenta la sobrepoblación de religiosos sacerdotes en los distintos conventos de las Ordenes Mendicantes de Santiago de Guatemala, pasando muchos sacerdotes necesidades económicas al no tener fuentes de ingresos el Hermano Pedro ideó misas a beneficio de pobres y difuntos para proveer de ofrendas e ingresos económicos a dichos pobres sacerdotes.
Siguen el Padre Lobo y Vásquez “Entonces también se alistó por alumno fidelísimo, cliéntulo amantísimo y perpetuo esclavo de Nuestra Señora de las Mercedes cuya milagrosísima imagen robó tanto sus atenciones, desde una ocasión que fue sacada en rogativa a la Iglesia Catedral, que puesto de rodillas antes de las cuatro de la mañana hasta las siete de la noche se entiende piadosamente obtuvo ser adoptado, y prometió humilde siervo fidelidad a su Señora, acudiendo a Ella con frecuencia, pasando ante esta Santa Imagen de Misericordia noches enteras, una por lo menos cada mes, consiguiendo por su intercesión feliz despacho en los más arduos negocios que se le ofrecían…”
Luego es importante apuntar una pregunta docta que se hace el teólogo Vásquez “si todas las imágenes de María Santísima nuestra Señora representan una sola Santa Madre de Dios, ¿Cómo tanta diferencia en la devoción y despacho de Nuestra Señora de las Mercedes?” aquí se responde el cronista que el Hermano Pedro como otro Jacob del Antiguo Testamento no solo escogió la Imagen sino el lugar adecuado para ponerse en contacto con la Santa Madre de Dios por medio de su santísima Imagen, cual Jacob que escogió dos lugares especiales para orar con Dios según las Escrituras. Es importante este pensamiento para tantos devotos hoy que prefieren tal o cual Imagen de María para su devoción, siendo una sola la Madre de Dios.
Luego, más adelante los cronistas nos permiten leer otra anécdota devota del Hermano Pedro frente a la Santísima Imagen de Nuestra Señora de las Mercedes en el convento de los frailes del mismo nombre, en esta oportunidad la aparición de un ánima del purgatorio, de las cuales fue solícito procurador, como otros santos varones:
“Orando una noche en la Iglesia de Ntra. Sra. De las Merecedes el V. Hno. Pedro (que como se ha dicho era el Bethel –lugar de oración de Jacob- donde conseguía el despacho de sus peticiones, por arduos que fuesen sus negocios), vió que salía de la sacristía un religioso revestido como que iba a decir misa, y que llegando cerca del Altar de San Juan de Letrán desapareció.
Dióle cuidado el Hermano Pedro de San José de Betancourth, como tan piadoso, y en su oración pidió a Dios por aquél sacerdote, aunque entonces no conoció quien era, si fuese voluntad de Dios. Volviósele a representar de la misma manera que la primera vez, y conoció al sujeto muy claramente; quisóle preguntar lo que necesitaba, y desapareció como la vez primera, prosiguió su oración y suplicó acerca de aquél sacerdote, y puso el Señor en su corazón el dictamen de lo que había de hacer. Y fue, avisar al prelado del convento donde había sido morador el religioso, para que aquella comunidad hiciese sufragios por él, según parecía necesitar su alma. Y sólo así satisfizo el Hermano Pedro y él aplicó lo que pudo y nunca más volvió a aparecer”
Hasta aquí una larga relación de lo que el Santo Hermano Pedro de San José de Betancourth compartió delante de la Santa Imagen de Nuestra Señora de la Merced, sin mencionar la larguísima tradición devota de acompañar también a su amado Jesús Nazareno de la Merced en su devota procesión de penitencia el Jueves Santo a media noche.