Se llenan nuevamente de emoción los corazones de todos los cristianos católicos que creemos que la Cuaresma y la Semana Santa son épocas de reflexión, en las cuales otra vez nos encontramos en las calles con el Nazareno a quien tanta fe le tenemos.
Acudimos a la iglesia a recibir la señal de la ceniza que nos recuerda que “polvo somos y al polvo volveremos”. Nos preparamos para proclamar públicamente nuestra fe en la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Pero sobre todo, en la resurrección, en la pascua que es la conclusión de esta época a la cual debemos llegar todos con alegría, después de haber recordado la pasión del hombre de Galilea que se entregó a la muerte para que tuviéramos vida… y eterna.
Época de cuaresma… de reflexión para que nosotros, cucuruchos de corazón por tradición pero sobre todo por fe, nuevamente nos propongamos seguir el camino de Cristo.
Esta vez Señor, permite que hagamos el propósito de seguir tu senda y no abandonarte como siempre lo hacemos confiados en que nos llegará tu perdón y el de Dios Padre. Ahora no sólo es un deseo. Es una seria reflexión para que en verdad muramos contigo el Viernes Santo, pero resucitemos también en la Pascua de la vida eterna. Y solo Tú Señor, puedes ayudarnos.
Ayúdanos, Padre, para que vivamos plenamente esta época, para que seamos conscientes de que Tú nos llamas de nuevo hacia tu rebaño, diseminado por malignos pastos. Ayúdanos para que atendamos el llamado de tu Hijo, que desde su sangre derramada nos grita que somos también hijos tuyos y que Él, nuestro hermano mayor, quiere que estemos un día, juntos en tu gloria.
No permitas que ésta sea una cuaresma más, una oportunidad para exhibir una falsa fe, sino un verdadero acercamiento espiritual hacia Ti, del cual no nos separemos nunca. Solo Tú eres nuestra luz, nuestra guía, nuestro camino, Señor. Permite que esta cuaresma sea la esperada oportunidad para reencontrarnos por siempre.
Extraído de: Prosas Cuaresmales.