Texto: César Augusto Hernández C.
Poco se ha escrito últimamente acerca de la arquitectura del Templo de Santo Domingo, Basílica de Nuestra señora del Rosario, y hoy en 2 partes queremos abordar sobre un especial tema.
El Templo de Santo Domingo es indudablemente uno de los más importantes de la Nueva Guatemala de la Asunción, construcción que estuvo bajo la responsabilidad de Don Pedro de Garci-Aguirre a partir del año 1780 y que fuera inaugurado en 1808.
Para avanzar en el tema que trataremos hoy, iniciaremos diciendo que el plano original del interior del Templo, corresponde a un área básicamente de forma de rectángulo en la que se forma una cruz latina, orientado como las grandes catedrales y basílicas del mundo, es decir el frente viendo hacia el poniente. La construcción consta de 5 naves: La nave central o principal de 89.5 Mts. de largo desde la puerta hasta el fondo del coro bajo. Las 2 laterales sur y norte (conocidas antiguamente como de la Epístola y del Evangelio) de 60 Mts. de largo. Además 2 naves más pequeñas de altares que llegan únicamente hasta el crucero.
El plano forma una “Cruz Latina” y la manera de verla (o imaginarla) sería: la parte larga desde la entrada del templo hasta el fondo en el coro bajo en la nave central, y los brazos en el crucero, desde la cúpula hasta donde hoy están ubicadas los cuadros mayores, hacia el sur la pintura de los pasajes de la vida de Santo Domingo y hacia el norte la pintura de San Sadoc y sus compañeros Mártires.
A partir de aquí entramos de lleno al tema que hoy nos ocupa: Si vemos el plano del templo y lo comparamos con el templo actual, notaremos un importante detalle que ha pasado desapercibido por analistas e historiadores por casi un siglo: En el año de 1924 El Señor Sepultado se trasladó de la “Capilla del Santo Entierro” a su nueva capilla “al fondo” del crucero del lado sur (hoy Capilla del Santísimo), causa que desconocemos y que probablemente fue derivado de la separación de la custodia, culto y responsabilidad de las sagradas imágenes del Santo Entierro, unas a cargo de la Hermandad del Señor Sepultado y otras a cargo de la Cofradía de los 7 Dolores.
Nótese que utilicé la palabra al fondo, es decir ¡más allá de donde está el cuadro de Santo Domingo!
Dicha capilla es el producto de la habilitación de “2 arcos del claustro del Convento”, según el libro que mencionaré a continuación:
¿Quién sabe esa parte de la historia del templo Dominico? Lo más seguro es que ninguno, probablemente no hay escrito casi nada del tema, únicamente en el maravilloso libro La Santísima Virgen del Rosario de Guatemala y su Basílica Menor escrito en 2 folletos por Fray Juan Rodríguez Cabal, O.P. y reeditado en forma de libro en el año 1970 por Fray Luis María Estrada Paetau, O.P., hacen una pequeña referencia al tema.
Pero de lo que si estamos seguros al revisar el plano, es que la referida capilla (hoy capilla del Santísimo) está formada por la arcada del antiguo Convento y que fuera recuperada por los Dominicos en los inicios del Siglo XX, después de la ingrata expropiación de la que fueron víctimas.
Bien decía el recordado y apreciado Fray José Quilez Gaibar, O.P. que cuando se lograra la restauración completa del antiguo convento, esa capilla debía desaparecer.
También este hecho nos mueve el pensamiento a recordar aquel interesante dato histórico puede tener relación con lo referente a que la señorita Bernarda Dighero quién siendo la dueña de dicha propiedad, la diera a la Hermandad del Señor Sepultado, utilizándose para guardar las andas y realizar los adornos, área conocida desde aquel tiempo como “El Cañón”.
Lo cierto es que la mencionada capilla se está acercando en 4 años, a cumplir su primer glorioso centenario.
En fin, este tema da para una profunda y maravillosa investigación sobre la capilla del Santísimo, si usted estimado lector tiene datos basados en documentos históricos o bien leyendas que caminan muy bien a través de las generaciones, en forma de comentarios serán siempre bien recibidos.
Escrito para las páginas Santo Domingo Ayer, Hoy y Siempre, Hermandad del Señor Sepultado, Legado de Devoción a Cristo del Amor y Cucuruchos Dominicos.