Leyenda de la Santa Cruz
El madero en el que Nuestro Señor Jesucristo fue crucificado para nuestra redención, fue milagrosamente descubierto por Santa Elena, madre del emperador Constantino en el Monte Calvario, en el siglo IV de nuestra Era.
A partir de entonces es venerado por los cristianos, de tal manera que se va fragmentando en pequeñas astillas, Lignum Crucis a lo largo de los años.
Como sabéis nuestra Hermandad posee uno de ellos, correctamente autentificado por Roma.
Alrededor del Divino Madero existe una leyenda, basada en textos apócrifos y en la tradición que comienza con la muerte de nuestro padre Adán.
La leyenda:
En el Evangelio de Nicodemo se recoge lo siguiente: Estando Adán enfermo, su hijo Seth acudió a las puertas del Paraíso y pidió un poco de óleo del árbol de la misericordia para ungir con él el cuerpo de su padre y procurarle así la salud.
A su demanda respondió el Arcángel San Miguel de ésta manera: «No llores, ni te canses buscando el óleo del árbol de la misericordia, porque no lo obtendrás hasta que no hayan transcurrido cinco mil quinientos años».
Otros textos refieren que el Arcángel dio Seth una ramita o semillas del Arbol de la Ciencia del Bien y del Mal advirtiéndole: ”Cuando este ramito se convierta en árbol y de fruto, tu padre sanará».
Cuando Seth regresó a donde se encontraba Adán lo halló muerto, lo enterró y plantó sobre su tumba el tallo, que enraizó y se convirtió con el tiempo en un magnífico árbol.
Cuando Salomón estaba construyendo el palacio de bosque de Líbano reparó en él, mandó que lo talaran y lo usaran como viga. Sin embargo esta viga no encajaba en sitio alguno, resultaba larga para algunos y corta para otros. si la cortaban, aún midiéndola con toda exactitud, quedaba demasiado corta. Esto ocurrió varias veces con la consiguiente desesperación de los constructores, que al fin decidieron usarla como pasarela sobre un arroyuelo próximo.
Cuando la reina de Sabá visitó a Salomón, reparó en el madero y tuvo una revelación según la cuál alguien sería colgado de aquel madero y, a causa de ello el reino de los judíos se vendría abajo. Informado Salomón de tal visión mandó enterrar la viga a gran profundidad.
Pasado tiempo se construyó en este lugar un estanque, según la tradición el agua de este estanque tenía propiedades curativas.
Poco antes de la Pasión de Nuestro Señor, apareció flotando en él la viga de madera, que fue retirada por los judíos y posteriormente utilizada para confeccionar con su madera la Cruz donde sería clavado el Salvador.
Durante el Imperio Romano, el 27 de Octubre del 312 d.C., tiene lugar la batalla de Puente Milvio (a unos 20 Km. de Roma) entre Constantino y Majencio, ambos aspirantes al trono. Constantino, hijo de Santa Elena, se encontraba acorralado por las tropas enemigas, por lo que una gran inquietud se adueñaba de él… pero en las horas meridianas del sol, cuando ya el día comienza a declinar, vio con sus propios ojos, en pleno cielo, superpuesto al sol, un trofeo en forma de cruz, construido a base de luz y al que estaba unida una inscripcio6n que rezaba: IN HOC SIGNO VINCES (Con éste signo vences).
El pasmo por la visión lo sobrecogió a él y a todo el ejército, que lo acompañaba en el curso de una marcha y que fue espectador del portento. y decía que para sus adentros se preguntaba desconcertado qué «podría ser la aparición ….. En sueños vio a Cristo, con el signo que apareció en el cielo y le ordenó que, una vez se fabricara una imitación del signo observado, se sirviera de el como bastión en las batallas contra los enemigos.»
Constantino salió victorioso en la batalla, y esta victoria supuso sin duda, como la historia demuestra, un hito en la extensión del Cristianismo por todo el Imperio, gracias, sobre todo a la promulgaci6n del Edicto de Milán en el año 313, que supone el respeto del estado a todas las religiones y la devolución de los bienes confiscados a los cristianos.
Santa Elena, madre de Constantino fue nombrada por el emperatriz. Tenía Elena una edad próxima a los ochenta años cuando decidió viajar a Jerusalén en busca de la Cruz de Cristo.
La leyenda nos cuenta que, llegada a la Ciudad Santa, convocó a los judíos en asamblea, preguntándoles por el sitio donde fue crucificado el Redentor. Nadie respondía, hasta que señalaron a un tal Judas, que se negó a revelar su secreto por lo que fue abandonado en un pozo seco durante siete días, sin agua ni alimento.
Este Judas, por fin cedió y llevo a la emperatriz al lugar donde, tras arduas excavaciones, aparecieron tres cruces. Como el letrero que Pilatos había mandado poner en la que Cristo padeció se encontraba desprendido, no se podía saber cuál era la verdadera. Aconsejada por el Obispo Macario procedieron a colocar sobre las tres cruces el cuerpo de una joven que había fallecido, ocurriendo el milagro de la resurrección al ser puesta sobre el verdadero madero.
Judas se convirtió y llegó a ser Obispo de Jerusalén con el nombre de Ciriaco. Santa Elena mandó construir una basílica en el lugar (donde antes se alzaba un templo de Venus) dejando allí parte de la Cruz, trasladando el resto a Roma.
En el año 615 el rey persa Cosroes había robado la Verdadera Cruz, incrustándola en su trono de manera que «sentándose en él, como el Padre, tuviera a la derecha el madero de la Cruz en lugar del Hijo, y el gallo en la izquierda, en lugar del Espíritu Santo.
El emperador Heraclio atacó y derrotó a las tropas persas en el río Danubio, ajusticiando a Cosroes al negarse éste a hacerse cristiano.
Tras la victoria Heraclio llevó con gran pompa la Cruz a Jerusalén; pero en el momento de entrar en la ciudad, las piedras de la puerta cayeron soldándose como una pared, y un ángel se apareció a Heraclio y le recordó la humildad con que el propio Cristo atravesó esa puerta montado en un pollino.
Entonces, el emperador, bañado en lágrimas, descalzó sus pies y se despojó de los vestidos hasta la camisa, y tomando la Cruz la llevó humildemente hasta la puerta.
Texto extraído literalmente de: http://www.padulcofrade.com/monograficos/leyendas_y_tradiciones/santa_cruz.html