Anécdota de Luis Pisquiy
Es la primera vez que comparto este relato ya que es muy especial para mi y lo tenia muy guardado dentro de mi corazón pero de ver que muchos de mis hermanos cucuruchos abren sus corazones para contar sus anécdotas pensé ¿por que no contar la mía?…
Desde niño he crecido en un ambiente de devoción hacia la imagen de Jesús Nazareno de San Juan de Dios en Quetzaltenango, desde pequeño fui a cargar en la procesión infantil de su replica cada viernes de dolores que corresponde al viernes de romería de esta iglesia, al tener mas edad convencí a mis padres para que me dejaran ir y ser de los niños que portan los incensarios, ya que en Quetzatenango todo se maneja muy distinto y quienes los portan son niños que voluntariamente acompañan los recorridos.
Mi papá carga en el turno de honor y yo no era capaz de tener un poco de paciencia por ese anhelado momento en que tuviera ya una estatura adecuada para poder ingresar a las filas de la hermandad como socio regular. Cargué por tres años consecutivos el día viernes santo que es la procesión principal y de igual forma para las velaciones el primer domingo de cada cuaresma.
Soy una persona a quien le gusta hacer deporte y practico ciclismo de montaña de alto nivel; en el mes de septiembre del año 2013 en una competencia tuve una caída bajando en una vereda sufriendo heridas de gravedad en las rodillas y espalda, siendo el resultado de estas heridas una fisura en la rotula izquierda; por factores de adrenalina e instinto, me levanté y logré terminar la competencia, con el pasar de los días las heridas sanaron pero el dolor era cada vez mayor, finalmente asistí al médico y tras los resultados de las radiografías salió a luz una fisura bastante grande en la rótula izquierda y ruptura de meniscos, el médico me prohibió volver a hacer ciclismo y cualquier deporte de impacto ya que mi rodilla prendía de un hilo y podía romperse el hueso de un momento a otro.
Cada vez que iniciaba una competencia me encomendaba mucho a Dios y tras el veredicto médico de aquella ocasión se podría decir que ‘me peleé con Él’, hasta que cierta noche cerca de un mes después tuve un sueño bastante inusual; soñé «al canchito» como cariñosamente se le llama en xela y soñé que solo estabamos Él y yo en el templo y que yo estaba en posición de oración mientras escuchaba una voz que me decia «ten fe» y al levantar la vista vi los ojos tan hermosos llenos de paz y perdón del nazareno;.
Pasado este sueño me desperté a media madrugada y me eché a llorar como lo haría un niño o mas bien como lo haría un cucurucho arrepentido de sus faltas, le oré muchísimo por mi recuperación y le prometí que si me sanaba, iría a llevarle en hombros todos los años.
Al poco tiempo me tocó hacerme un examen de seguimiento para la rodilla y considerar la posibilidad de una cirugía ¡y sorpresa la que me lleve! en la radiografía, a pesar de que ya estaba resignado a lo peor salió que mi rodilla estaba 100% sanada y que podría volver a realizar todas mis actividades.
Salí del consultorio y al día siguiente en cuanto pude fui hacia los pies del nazareno a echarme a llorar y a darle las gracias por el enorme milagro y mientras estaba agradeciéndole volví a escuchar las mismas palabras «ten fe» y nuevamente solo con ver su mirada sentí que era el mismo quien me hablaba y me daba su perdón y misericordia sin que yo se lo pidiera y que por sobre todas las cosas está su amor hacia nosotros…
Desde entonces le hice la promesa de que mientras tenga fuerza le llevaré en hombros y siempre le pido me de una larga vida para estar mas tiempo postrado a sus pies y poder llevarlo en hombros por muchísimos años más.
¡Qué hermoso testimonio! ¿tienes tu alguno para contarnos? envíanosla, la publicaremos en el sitio.