La imagen de Jesús Nazareno de San Jerónimo es una escultura de tamaño natural, que sin duda en la época colonial se le habría descrito como una escultura de “más de dos varas” frase usual para indicar imágenes del tamaño de un ser humano normal.
Dicha imagen presenta un color moreno que visualmente se acentúa con la singular talladura en aspectos como las depresiones faciales y detalle de barba y bigote.
Esta escultura es bello ejemplo de una obra de la segunda mitad del siglo XVII, siendo a veces difícil apreciar sus rasgos, máxime cuando la luz se tiene lateral, encima o en el peor de los casos a espaldas de la imagen como sucede comúnmente en las procesiones durante el día.
Cuando se observa en detalle el rostro es posible apreciar que la imagen presenta una mirada penetrante siendo notorio que el encarnador plasmo una muy ligera alteración de la mirada del Cristo que en cierto ángulo evidencia que la dirección de la vista no parece igual para los dos ojos, mientras que en otros ángulos este fenómeno desaparece.
En general la mirada del Cristo es impresionante y concentrada, difícil de evadir, aunque denota una expresión de conmiseración del Cristo hacia quien le observa. El tallado fino de barba y bigote es una característica fundamental de esta imagen, sin embargo, este detalle es posible apreciarlo únicamente a poca distancia de la imagen o en algunas fotografías de acercamiento.
El color del encarnado original de la imagen pudo ser más claro, sin embargo, muchos años de devoción manifestando por medio de velas, incienso y otras sustancias, similares se cree han formado una capa que acentúa el color moreno al grado de obscurecer la piel de la imagen aún más.
La boca del Señor entreabierta expone parte de la dentadura, hace notorio el cansancio y la dificultad de respiración propia de un cuerpo sometido a extremado esfuerzo.
Otro detalle importante son las manos las que a pesar de estar maltratadas son testimonio de un notable trabajo de talladura fina y de un singular encarnado.