La imagen de Jesús del Beaterio de Belén, conocido como Jesús Nazareno de la Indulgencia, es una de las obras más excelsas de la imaginería colonial guatemalteca.
La belleza de su talla manifestada en el dinamismo de sus movimientos y en cada uno de los detalles de la anatomía de su rostro, torso, manos y pies, logra expresar de forma extraordinaria y con mucho dramatismo el sufrimiento de Nuestro Señor Jesucristo mientras cargaba la cruz camino al Calvario.
Su rostro, expresivo y conmovedor, no puede dejar a nadie indiferente. A decir de los especialistas, constituye un portento de la escultura religiosa del siglo XVIII, época en que el barroco guatemalteco llegó a su apogeo.
Aunque no se conocen los nombres del tallador y del encarnador, es evidente que fueron manos maestras las que crearon este extraordinario Nazareno que, al solo contemplarlo, hace que las mentes y los corazones se remonten a Aquel que representa, Jesucristo nuestro Salvador.
¿Cómo llegó esta joya barroca de Jesús Nazareno de la Indulgencia a la pequeña Iglesia del Beaterio de Belén en La Nueva Guatemala?
La primera referencia cierta encontrada hasta ahora por los investigadores se tiene en los inventarios del templo del hospital de Convalecientes de Nuestra Señora de Belén, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.
Se trata de la Iglesia construida bajo la dirección del arquitecto Mayor Joseph de Porres y estrenada a partir de 1668 como parte del conjunto del convento y hospital de convalecientes de la Orden Bethlemita (o de los Hermanos de Nuestra Señora de Belén) fundada por el Santo Hermano Pedro.
Esta fue la única orden religiosa creada en tiempos de la Colonia en América y tenía como carisma la asistencia de los enfermos convalecientes y la educación de los niños pobres.
En poco tiempo se extendió por todo el continente, desde México hasta Argentina, atendiendo toda clase de necesidades espirituales y materiales: fundaron hospitales, colegios, orfanatos, iglesias y asistieron a indios y negros (una novedad en la época).
En la Ciudad de Santiago había surgido también la rama femenina en 1668, para atender el área de mujeres enfermas del hospital de convalecientes.
El beaterio de las hermanas tenía también un modesto templo, el cual era conocido como las Beatas de Belén. Para el año 1758 aparece ya mencionada la imagen de Jesús Nazareno como parte de los bienes del templo del hospital de convalecientes Nuestra Señora de Belén.
En el inventario de dicho año consta que había un “altar-retablo de madera sobredorada para una imagen de Jesús Nazareno de vestir, con tres tableros de pincel, los dos de Nuestra Señora y San Juan Evangelista y uno de la presentación ante un Pontífice”.
En los subsiguientes inventarios (en 1766 y 1769) se menciona nuevamente dicho retablo con la imagen del Nazareno. Los terremotos de 1773 provocaron daños considerables en el templo del hospital de convalecientes pero este no se cayó, conservándose todos los bienes que pertenecían a la Iglesia igual que sus altares, imágenes y demás adornos, todo lo cual fue guardado en el refectorio y enfermerías del hospital.
No corrió con la misma suerte el templo de las Beatas, que se derrumbó casi completamente. Después del traslado de la ciudad al Valle de la Virgen, la construcción del convento y el templo provisional de los bethlemitas duró varios años.
En los inventarios de dichos años aparece mencionado a Jesús Nazareno de la Indulgencia y su retablo pero guardados, mientras se terminaba la construcción, lo cual sucedió hasta muchos años después.
Paralelamente y por consideración a que el conjunto en la antigua ciudad fue cuna de la orden bethlemita, los hermanos consiguieron en 1799 la autorización real para seguir teniendo un hospicio y así cuidar la iglesia y el convento que de lo contrario hubieran quedado totalmente abandonados.
Así fue como la imagen de Jesús Nazareno de la Indulgencia junto con su altar regresó a la antigua ciudad de Santiago.
La historia dio un giro inesperado cuando en 1820 las cortes liberales de Cádiz suprimieron la rama masculina de la Orden por haberse dado refugio y hospitalidad en los conventos bethlemitas a los independentistas de las colonias españolas. Cuando fue suprimida, la Orden contaba con más de 20 hospitales de convalecientes y por lo menos una decena de escuelas de niños pobres.
Sólo sobrevivió la rama femenina, es decir, las beatas de Belén. Con la llegada de la Independencia, se desencadenaron los movimientos liberales que dieron como resultado la expulsión de los religiosos en 1829. Las obras de muchos templos fueron suspendidas.
Para 1839 murió el último Prior de Belén y en 1840 el último bethlemita que acompañaba a las beatas. Una vez que se consolidó el régimen conservador de Rafael Carrera, la nueva situación permitió que se continuaran las obras de templos y conventos y que las órdenes religiosas pudieran retornar a Guatemala.
El templo y convento de Belén, después de haber sido custodiado por el mayordomo de la hermandad de la Cruz del Milagro, fue otorgado en 1851 a los padres jesuitas que llegaron provenientes de Colombia.
Dos años después llegaron otros sacerdotes de la Compañía de Jesús que fueron expulsados del Ecuador. Allí se instaló el noviciado jesuita pero en 1854 dejaron Belén para tomar posesión del templo y convento de La Merced, otorgado a ellos mediante un breve Pontificio.
El convento de Belén y Jesús Nazareno de la Indulgencia
El templo y convento de Belén pasó luego a las Hermanas de Nuestra Señora de Namur, Bélgica, quienes llegaron a Guatemala para fundar un colegio de niñas.
Fue en esos años que el Nazareno llegó al Beaterio de Belén. El templo de las Beatas se inauguró el día 25 de enero de 1852 después de muchos años de que su construcción estuvo suspendida.
A este templo se llevaron las principales imágenes de la orden, especialmente la patrona, Nuestra Señora de Belén, una imagen de San José y la imagen de Jesús Nazareno de la Indulgencia entre otras.
Fueron aquellos años muy fecundos para la rama femenina de la orden, especialmente por la presencia de la Madre Encarnación Rosal en el beaterio.
En 1857, el año de las apariciones del Corazón de Jesús en las Beatas de Belén, la propia Madre Encarnación promovió una serie de cultos en honor de Jesús Nazareno para que cesara la epidemia de cólera morbus.
Para 1871 consta que el Nazareno ya tenía un retablo y altar en la Iglesia. Igualmente aparece mencionado en los inventarios de 1895 y durante todo el siglo XX son constantes las alusiones a la gran veneración de la que era objeto.
Se sabe que a partir de 1907 se procesionó el día Miércoles Santo y que para el efecto, se le dotó de un tornillo y tuerca de plata para colocar de mejor forma la cruz.
Para 1928 los vecinos del barrio pidieron al Administrador del Arzobispado que se les permitiera sacar la procesión el Domingo de Pasión y no el Miércoles Santo. En la década de 1950 se tenía velación durante las horas de la mañana y procesión de Via Crucis en horas de la tarde del Domingo de Pasión.
Es a partir de 1969 que su procesión queda definitivamente el día Martes Santo por la tarde. Ya para este tiempo, la imagen se conoce como Jesús de la Indulgencia y su veneración ha ido creciendo.
En 1974 empezó a salir también la Santísima Virgen de Dolores acompañando al Nazareno. Desde 1980 se celebra la Velación Anual de las imágenes el 2º. Domingo de Cuaresma y en 1982 se hicieron nuevas andas procesionales.
Paralelamente se fue incrementando la devoción a los Dolores Internos del Corazón de Jesús y también el culto a la Sagrada Eucaristía, especialmente desde el año 2003 con la llegada del actual rector del templo, Mons. Marco Aurelio González Iriarte.
Muy grande es la piedad hacia la hermosa Imagen del Nazareno. Muchas son las marchas fúnebres que se le han dedicado y los enseres que se han ido obsequiando para su procesión.
En los últimos diez años, se ha podido apreciar como el Cortejo Procesional de la Venerada Imagen de Jesús Nazareno de la Indulgencia ha ido creciendo, no sólo en su recorrido de Martes Santo sino también en el número de devotos que lo buscan y salen a su encuentro. Actualmente se cuenta con otra procesión penitencial el 4º. Viernes de Cuaresma, rezando el Santo Vía Crucis.
Procesiones extraordinarias con Jesús Nazareno de la Indulgencia
En 2007 salió en procesión extraordinaria por el 150 Aniversario de las Apariciones del Corazón de Jesús en Beatas de Belén.
En 2012 se le realizó un procedimiento de restauración en el taller del CEREBIEM, lo que devolvió a la imagen la belleza original de su hermoso encarnado. Cada día son más numerosos los devotos que lo visitan viernes a viernes y los cargadores que desean llevarlo en hombros.
Por lo cual no dudamos en presentarle, Excelencia, la devoción a Jesús Nazareno del Beaterio de Belén, el Nazareno Indulgente, el Nazareno de los dos santos guatemaltecos, como una auténtica forma de piedad y veneración hacia quien representa esta insigne imagen.
Nuestro Señor Jesucristo en los misterios de su pasión por nuestra salvación, y por esta razón pedimos humildemente su consagración para promover aún más la devoción a nuestro querido Nazareno Bethlemita, lo cual a su vez redundará en que un mayor número de personas se congreguen en nuestro templo y veneren a Jesús Eucaristía en Adoración Permanente en la Capilla de las Apariciones.
Fuente: Liber Aureus