Anécdota de: Regina Cabrera.
Detrás de esa fachada estilo barroco justo en el lado derecho del altar mayor hay un camarin que resguarda la bella imagen de mirada penetrante y tierna, él es Jesús de la merced.
El mes de noviembre es uno de las más importantes para mí, porque puedo acompañar nuevamente a Jesús en su procesión de velación pero justo este año ha sido uno de los más desalentadores, pues han pasado muchos sucesos que me habían hecho perder la esperanza y guardar mi fe en un cajón y la había olvidado.
Se aproximaban las inscripciones y la fecha no me favorecía porque el lunes tenia un examen muy importante y eso significaba tener que regresar a casa temprano y probablemente perdía mi turno pero no podía dejar solo a Jesús.
El día llegó; me levanté y me arregle; fui por mi turno y entonces se demoraron el darlo porque no aparecía. Me sentí triste porque pensaba que Dios me estaba diciendo que no iba a tener la oportunidad a través de su sagrada imagen.
De repente apareció un conocido y me ofreció un turno pero no estaba seguro si era mixto o solo de damas entonces sin pensarlo decidí comprárselo pues mi turno no aparecía y los de la hermandad no me daban respuesta.
Después de una larga espera apareció mi turno y me topé con que era el turno 19 y solo eran 22 turnos, me tocaba tarde y si lo cargaba no podía regresar a casa, sin importar lo que pasara yo me arreglé y saqué mi madrileña para estar lista a las 3:30 de la tarde.
El cortejo empezó y el anda del señor fue levantada se aproximaban los turnos y llego el turno nueve pero me percaté que solo hombres se estaban formando entonces dije no tengo esperanza no podré cargar, la marcha estaba casi por terminar entonces me quité el turno y se lo di a mi mejor amigo y le dije sinceramente que por favor lo cargara, que hiciera una oración por mi, por mi familia y por mi sabiduría, el estaba a punto de ordenarse para tomar el turno cuando un grupo de mujeres apareció y se formaron, el me dijo que el turno era mixto y me lo devolvió y me dijo que lo hiciera, Jesús estaba a unos centímetros y la marcha había terminado justo cuando mi hombro toco el anda supe la gran lección que Jesús de la Merced me estaba dando.
No importa si la marcha esta por terminar, no importa cuanto este cerca el anda, no importa cuanto hayas perdido la esperanza, cuanto hayas guardado tu fe, cuanto pesa la cruz que estas llevando. Dios por medio de Jesús de la Merced no me estaba dando un turno, me estaba dando una nueva oportunidad llena de esperanza y fe que reconforta el alma.
Este fue un consuelo para mi y me sentí muy arrepentida porque en mis malos ratos llenos de amargura he cuestionado mucho a Dios.
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