Era un viernes de dolores del año 2015, esa mañana mi madre me recordó que debíamos ir a recoger mi turno a Candelaria.
Pasaron las horas y mi emoción se hacía más grande por llegar a conocer cuál sería mi segundo turno en llevar en hombros a mi Cristo Rey, llegando al templo me dirigí a la casa parroquial, eran un poco más de las 5 de la tarde; llegué a la mesa donde un señor de la hermandad me dijo que allí me darían mi turno, di la boleta y recibí el sobre con el turno y el programa.
Mi emoción se hacía más grande por tenerlo en mi mano, cada paso que daba significaba que mi emoción incrementaba. No quise abrirlo en la mesa cuando me lo dieron, quise abrirlo con mi madre, quien me esperaba afuera de la casa parroquial, le doy a mi madre el programa y abro el sobre con el turno, veo la tradicional moña con forma de cruz en color dorado, saco el turno, veo la parte posterior para ver qué fila me tocaría cargar el jueves santo, pero sin prestarle atención a la dirección.
Yo con tan solo 14 años y sabiendo que ese turno que tenía en mis manos en ese momento era mi segundo turno, volteo la cartulina y leo: EXTRAORDINARIO DE ENTRADA. Volteo a ver a mi madre con una cara de asombro, y apuntó de echarme a llorar, mi madre me preguntó qué tenía, qué turno me había tocado y ella intuye que era la entrada.
En la mañana al desayunar le comenté como sería que me tocara la entrada pero nunca me imaginé que llegaría ese mismo día. Mi madre ve el turno y le digo que me lea la dirección para ver si no era una equivocación y veo que sí era la correcta, sin pensarlo 2 veces me dirigí de inmediato a ver a Cristo Rey, le oré y le agradecí con una lágrima en el ojo por darme la oportunidad de llevarlo en hombros ese año en tan bello turno.
Al llegar el jueves santo mi emoción permaneció por todo el recorrido que caminé junto a Jesús de Candelaria, más de 12 horas de penitencia que hice junto a él. Al caer la noche sentí como un escalofrío, mi turno estaba por llegar, pasando Catedral, Arco de Correos, el templo de Santo domingo y observando las alfombras de la 15 avenida; en esos momentos mi emoción incrementaba más y más.
Llegando al cruce de la 3ª calle y 14 avenida me dirigí al atrio del templo a esperar mi turno, era mi primera vez viendo el templo de Candelaria de noche un jueves santo en la entrada, se veía tan bello todo, la iglesia iluminada con unas luces púrpuras, las mantas de Jesús y la Virgen cayendo a un costado de la puerta principal, veo llegar los estandartes y escuchando la marcha de fondo.
Nos empezamos a formar, yo teniendo el Brazo 1, siendo el más chico de tamaño y de edad, el señor de cambio de turno me ve y me dice que si ese es mi verdadero turno y me pide que le muestre mi credencial del colegio y verifica que si, el sonríe y me dice que tengo una gran dicha y que el señor me otorgó una maravillosa bendición por poder cargar ese turno a tan corta edad, yo solo sonrío.
El turno 134 me entrega el anda, tomo la horquilla y aprecio el anda, suena el timbre y la levantamos, la marcha fúnebre de Federico Chopin comienza a ser interpretada, doy los primeros pasos, el timonel me ve y sonríe, y me dice que Jesús me ha bendecido por ese turno, casi siempre solo toca 1 vez en la vida.
Se da cuenta de mi felicidad, yo llevando el paso inclinó mi cabeza y comienzo a llorar, suena la grandera y solo digo: Jesús mío, has llegado a tu templo. Dentro de la iglesia se ve a más cucuruchos con candelas algunos viendo el anda entre sonrisa y llanto, la marcha ‘Una Lagrima’ comienza a sonar al fondo, las campañas del templo la acompañan, mis piernas comienzan a temblar, todo era tan imponente, era algo hermoso vivir ese momento.
Suena en timbrazo final, Jesús de Candelaria a finalizado su caminar, me pongo de rodillas y doy gracias por todo. Al salir del templo solo quisiera segur viviendo ese momento una y otra vez, un jueves santo más ha llegado a su final.
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