(Texto original de Avidán Arriola)
No recuerdo que edad tenía pero sé que era aún niño, cálculo que no tendría más de 6 años, cuando mi abuelo materno (QEPD) me llevaba siempre a ver las procesiones.
En mi memoria quedó un adorno de Jesús Nazareno (no recuerdo cuál de todas nuestras bellas imágenes era), en el que Jesús iba entre nubes, todo el adorno del anda era de algodón u otro material que simulaban nubes, así era toda la alegoría de las andas de aquella vez.
Pasaron los años y de adolescente empecé a ir solito a ver procesiones, iba a admirar tan bellas creaciones, iba a todas las que a mi edad y a lo que el bolsillo me daba, pues ahorraba el dinero que mi mamá me daba y lo guardaba para mis pasajes.
De todas las que lograba ver en Semana Santa, había una imagen que me llamaba mucho la atención, seguía la procesión y trataba de andar la mayor parte del tiempo que mi edad me permitía, tanto que me daba mucha tristeza cuando me tenía que regresar a casa; no lograba entender por qué. Esa imagen era mi Jesús de Candelaria. No fue sino hasta el 2001 que me propuse llevarlo en mis hombros.
En una de las varias inscripciones a las que fui a Candelaria por mi turno, me metí al salón en donde la Asociación tiene un mural de fotografías de las procesiones de Cristo Rey, cuál fue mi sorpresa, al ver que allí se encontraba una fotografía del adorno de aquella procesión de la que me recordaba de niño.
Aquel adorno era completamente blanco de nubes, en el que iba como todo Rey mi Jesús de Candelaria. Al fin entendí y comprendí que de todas las procesiones, la que me llamaba era la de Candelaria, pues mi morenito me había escogido a mí desde niño para que le siguiera y le amara hasta el fin de mis días.
Ahora que tengo 34 años y cada vez que puedo lo acompaño desde que sale a impartir sus bendiciones, a eso de las 6 am, hasta que retorna a su templo a la primera hora del Viernes Santo. Y como todos los años espero ansioso cada Jueves Santo, para caminar al lado de mi Jesús de candelaria te amo Cristo Rey.