El 3 de febrero de 1917, Fray Julián Raymundo Riveiro y Jacinto revestido de pontifical procedió a ungir la imagen en la cabeza, manos y pies. Los presbíteros Herlindo y Luis García tenían el oleo y la esponja. (Crónicas y recuerdos de Jesús de Candelaria, Lic. Fernando Urquizú)
El 3 de febrero de 2017, centenas de devotos y devotas de ésta milagrosa imagen de Jesús de Candelaria ‘Cristo Rey’ asisten de manera voluntaria a darle gratitud a Dios por los favores concedidos, y que se vuelven testimonios de tantas anécdotas entorno al Nazareno.
Al colocar el primer paso dentro de la Puerta principal se ve una tradicional alfombra, homenaje de sus devotos a Cristo Rey como parte de este histórico día, una alfombra de las que podemos contemplar en cada altar de viernes cuaresmal.
Jesús Nazareno de Candelaria, debajo del Altar Mayor, ahí, con su pueblo fiel presto a recibirlos como Cristo nos recibe para ver su gesto de misericordia. Un altar cuyo centro es el Nazareno de la Serena Mirada sobre tarima artísticamente ataviada con flores blancas revestido con la túnica que usó el lejano 3 de febrero de 1917, obsequio de don Nazario Herrera.
Custodiado por sus cuatro ibis, símbolo del sacrificio del hijo de Dios rodeado de cuatro cirios en representación de los cuatro Evangelistas que son la luz del Evangelio, que proclama la revelación divina a los cuatro puntos cardinales y que se busca sea un homenaje de amor en el centenario de la consagrada en la nueva Guatemala.
Y por supuesto, su madre desde el sitial de honor pues justamente un día antes, la agasajada era Ella; pero con total humildad y silencio está ahí, con amor y agradecimiento de ver cómo es ensalzado su hijo adorado, hermano nuestro y Dios para todos.