Gracias a la cortesía de nuestro buen amigo Luis Pedro Villagrán Ruiz, podremos compartir con ustedes algunos datos sobre la Inmaculada Concepción de la Virgen María de la Catedral Metropolitana.
El texto que nos compartió Luis Pedro lo dividiremos en 3 partes, ya que es muy rico en historia y anécdotas. Así que lo pondremos tal cual.
«El dogma de la Inmaculada Concepción de la Virgen María fue objeto de discusión por muchos años. Dominicos y franciscanos debatieron crítica, académica y teológicamente las consecuencias de elevar a la humilde sierva del Señor a un estatus de piedad popular que la posicionase como la bendecida por la gracia de Dios, con el beneficio de estar libre de pecado original. Discusiones similares se han llevado a cabo durante los últimos años al debatir el carácter corredentor de María. Mucho de esto yace ya en las creencias personales de muchos devotos que encuentran en la Santísima Virgen un refugio espiritual singular. Tal fue el caso del dogma de la Purísima Concepción.
La Bula Ineffabilis Deus, proclamada el 8 de diciembre de 1854 indica: “(…) Se afirma y se pronuncia que la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original desde el primer instante de su concepción, por singular privilegio y gracia de Dios, en atención a los méritos de Jesucristo, Salvador del género humano, ha sido revelada por Dios y por tanto debe ser firme y constantemente creída por los fieles”. Esto nomás fue una forma de restablecer el sentido de cristiandad en un momento crítico en el cual, después de muchos siglos de venerar a María de manera privada, el pueblo pudo manifestar con libertad la devoción hacia la madre de Nuestro Señor Jesucristo.
Incluso, en el siglo XIV, Martín Lutero indicó: “Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma, ella también fue purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios, de modo que, desde el primero momento en que ella comenzó a vivir, fue libre de todo pecado”. Inclusive, se cuenta con registros históricos de la veneración de la Santísima Virgen desde los siglos III y IV. A finales del siglo XVI ya se hablaba de su Inmaculada Concepción.
Por este motivo, y por la expectativa que generaba lo que dictaría el papa Pío IX, le fue encargada al escultor Buenaventura Ramírez, una imagen de la Purísima Concepción de María para la Catedral de Guatemala. Ramírez era reconocido por la belleza de sus esculturas; muchas de estas, ahora presentes en templos de Centroamérica y el extranjero. De esta forma, en 1852 entregó la imagen de la Inmaculada Concepción de María, inspirada en los cuadros de Bartolomé Murillo. En 1855, el pueblo y el Clero le juraron defender con su vida el dogma y se le declaró “Patrona Jurada de Guatemala”. En ese momento fue coronada por Francisco de Paula, después de un año de haber sido universalmente proclamado el dogma de la Inmaculada Concepción.»
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