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Cuando no se escondían los adornos procesionales

Por: Jorge Mario Díaz, colaborador especial de Cucurucho en Guatemala

El altarero era un increíble elaborador de adornos procesionales. Llenaban los espacios con pocos elementos y no le tenían miedo en los espacios vacíos como hoy en día podemos apreciar, que con mucho temor intentan «llenar» esos espacios donde no había adorno.

Hoy, las andas procesionales son «llenadas» con grandes tarimas sin gracia o sutileza con la que se elaboraban los adornos antiguos. Claro está, que con los grandes muebles procesionales es difícil llenarlas con bastantes elementos.

procesiones de rogativa de Jesus de la Merced
procesiones de rogativa de Jesus de la Merced

El altarero no tenía miedo a que el pueblo lo viera

No había que cerrar una Iglesia para hacer un altar, un adorno o un cortinaje ¡El altarero trabajaba con la Iglesia abierta, y muchas veces con mucha feligresía… y no se le daba importancia!

Recuerdo ver a don Ramiro Araujo con un ‘tanate’ de clavos en la boca tratando de subir cortinas, y no le importaba que la gente lo viera. Lo mismo sucedía con las andas procesionales.

De hecho, al elaborar los adornos sin andarlos tapando o escondiendo era una forma también de hacer promoción a la procesión. Recordemos que ni redes sociales, y mucho antes, ni afiches para anunciar la procesión se tenía.

Entonces, las hermandades venían con mucho tiempo antes colocando el adorno en las andas. 

Adorno de velacion procesion Jesus de las Tres Potencias

Don Ramiro Araujo decía «qué bonito que la gente vea los adornos’, porque las personas al verlo, asisten al rezado o a las procesiones de Semana Santa.

El buen y valiente altarero no le importa que la gente lo vea colocando una oveja o un arreglo floral, tal es el caso de Jesús de los Milagros que muchísimas veces se veía a don Alfredo Monje armar el adorno de la procesión del silencio, o a don Ramiro Araujo el decorado aquél inolvidable que se leía «PAX»; o el monumental adorno de Domingo de ramos del año ’54 donde el adorno estaba colocado ya desde el Viernes de Dolores con las puertas abiertas del templo.

Cuando no se escondían los adornos procesionales

Esconder los adornos: promover el morbo en los cucuruchos.

Hoy en día, esconder los adornos y no mostrarlos es sin duda alguna una motivación al morbo, y más ahora que con un celular se puede tomar fotografías; alguien lo hace y ‘se filtra’ el adorno.

Aunque lo tapen todo, el cucurucho busca si es necesario hasta en las ventanas u orillas de las grandes puertas de las bodegas tomar alguna fotografía para que todos lo vean. Al final, el objetivo de ‘darle un misticismo o sorpresa’ al devoto y devota se pierde y todo mundo termina peleándose en las redes sociales.

Los adornos procesionales no se escondían, de hecho era una forma de promocionar la procesión.
Los adornos procesionales no se escondían, de hecho era una forma de promocionar la procesión.

El recurso de los altareros de antaño eran sencillos pero bien hermosos, revestir a los ángeles de papel, almidonando la gasa… nada se mandaba a hacer, todo lo hacía el altarero guatemalteco. Hoy en día se pierde aquella gracia enviando todo a hacer y sólo armarlo.

Algunas herramientas del altarero de antaño: el engrudo con yuquía, cartón y papel… el duroport ni se conocía en aquellos años. 

Ahora me pregunto: ¿Qué diría el decorador (por que altareros ya están en extinción) si se prohibiera o dejara de existir el duroport?

Quede este recuerdo y reflexión para las nuevas generaciones, que puedan en algún momento rescatar esos elementos naturales, sencillos y artesanales en los adornos procesionales.