Por: José Manuel Maica
Fue un viernes santo cuando por primera vez iba a cargar a mi Jesús de la Merced de Antigua, me había inscrito un tercer domingo de cuaresma y pues, cargué por primera vez un Domingo de Ramos.El Viernes Santo ilusionado de que de repente me tocaría cargar la entrada, porque haciendo cuentas, me tocaría por el número del turno; sin embargo, no era mi turno la que entraba, así pues que me enojé y me puse a hacer un gran ‘berrinche’. Molesto que ya no quería estar en la procesión, pero como es costumbre, la familia siempre espera la entrada de Jesús de la merced y me negaron mi petición, la cual era irme de la merced. Sin estar en lo absoluto de acuerdo decidí irme solo.
Cuando llegué al parque central de la Antigua, el nazareno de la Merced descendía lentamente a la plaza, ya no pude pasar y me quede viendo la procesión. ¡Cual fue mi sorpresa! un niño humilde junto a su madre se acerca hacia mi; el niño tratando de ver el cortejo y no podía por la altura; se me ocurrió decirle «¿te cargo?», pero al cargarlo el niño pesaba una barbaridad, no soportando mucho, lo bajé y entregué al niño con su madre. En una centésima de segundo en voltear la cabeza ¡el niño y la señora ya no estaba! ¡habían desaparecido! impactado del hecho inicié a llorar.
Al suscitar ese hecho me metí a las filas y llorando por tan fuerte momento, caminé en filas hasta llegar a la Merced y decidí a pararme frente a la cruz que se encuentra en la entrada a la Parroquia; quedándome durante un buen tiempo parado.
El porta turnos se acerca y mi sorpresa fue de que en el mismo, se colocaba el turno 58 ¡era mi turno!, ese turno tendría el honor de entrar al nazareno mercedario.
Y ya había llorado al vivir lo anterior con el niño y la señora, rompí en llanto y lloré sin remediar palabra, mi mente estaba en blanco, el anda se acercó y con el alma contrita al escuchar ‘La Granadera’ y así mismo, el timbre de que se bajara al señor a los rieles, para luego ser empujado lentamente. Su mirada estaba sobre mi, me sentía como Pedro quien lo negó 3 veces, o tal vez peor; era algo que nunca en mi vida había vivido.
El turno se volvía eterno y el sentimiento me mataba de la pena, no era merecedor de estar allí; luego de haberlo negado y no haber querido acompañar en esos momentos. Al fondo la ‘Marcha Fúnebre’ de Chopan contaban con delicadeza la historia que se expandía por los muros del templo de la Merced y termino el turno llorando.
Al lado de la andaría, cuando mis lagrimas se disolvían en el mueble, fui a ser atendido por mi abuela que con sorpresa me preguntó qué sucedía, y con el corazón roto mi experiencia le comenté
De sus labios escuché «Con Jesús no se juega..» hoy que ya ha pasado casi 8 años, siempre que cuento esta historia mi corazón llora por mi acto que en algún día, por mi rebeldía yo haría y con lagrimas en los ojos.
¿Qué te ha pasado a ti Cucurucho? cuéntanos tu anécdota, ayuda a dar testimonio de que la Cuaresma y Semana Santa no sólo es cargar una procesión, va más allá que la misma devoción.