MADRE HE ALLÍ A TU HIJO, HIJO HE ALLÍ A TU MADRE
La década de los años noventa estaba por concluir. Esa década que implantó en El Calvario un estilo de decorados visualmente atractivos, aptos para llenar muebles de grandes dimensiones y que distaban en gran medida, de lo observado en las cuatro décadas anteriores.
El Viernes Santo 10 de abril de 1998, las hermandades de pasión del Calvario presentaron dos adornos, posiblemente de los menos recordados, por carecer de algún detalle capaz de otorgarle cierto grado de memorabilidad.
Una tonalidad bronce inundó todo el decorado de la Reina de la Paz, conformado en su parte inicial, por una imagen hechiza de San Juan Apóstol rodeado de cardos, flores lilas y columnas partidas por la mitad.
Al centro, fue situada la Santísima Virgen de Soledad vestida con su hermoso manto español colocado de manera triangulada y con su clásico pecherín y cofia de encajes blancos rizados. En la parte final, fue colocado un templete sostenido por cuatro columnas corintias.
La propuesta de adornar bajo la misma estética las andas de Jesús Sepultado y la Virgen de Soledad, se afianzó en El Calvario desde el año 1995, limitando hasta cierto punto, brindar a la Santísima Virgen de un decorado propio para su iconografía y tradición estética.
Y de esta forma, se escribió una nueva página en la historia del Santo Entierro del Calvario, en este caso, con tinta bastante borrosa y trazo difuso.
En el siguiente link, podemos observar el paso de la fúnebre procesión frente al Palacio Nacional de la Cultura y narrado por voces ampliamente conocidas: