(Texto original de Juan Carlos Pérez)
¡Cómo da vueltas la vida en unos segundos! Este año la Cuaresma y Semana Santa fueron las mas tristes que he pasado en 16 años que tengo como devoto cargador. En cuestión de minutos la vida dio vueltas y me deparó un incidente que nunca me había pasado por la mente.
El primer Domingo de Cuaresma acudí en compañía de mi hijo al cortejo procesional de Jesús del Consuelo en su velación, no iba a cargar pues no conseguí turno. El día jueves 26 de febrero tuve una lesión en la rodilla, de la forma mas tonta quizás, que pueda haber existido, puesto que no fue por correr, ni jugar fútbol ni cosa parecida. Nunca me imaginé que esa lesión resultaría ser un esguince y desde el primer segundo que la sufrí, vino a mi mente el pensamiento que no podría cargar este año. Sin embargo el doctor me dió una esperanza, con tratamiento, descanso y ejercicios podría estar listo para los ‘Días Grandes’, aún guardaba la ilusión de estar recuperado para la Semana Santa en Guatemala.
Conforme pasaron los días me fui dando cuenta que una lesión de ese tipo lleva un tiempo prudencial para recuperarse, yo no me podía resignar a no cargar, a no acompañar a Jesús Nazareno o al Señor Sepultado, pero poco a poco tuve que aceptar que Dios así lo había dispuesto y que nada pasa sin que Él lo ordene. Llegó el Quinto Domingo de Cuaresma y tenia el turno 42 para Jesús de la Caída pero no asistí porque quería descansar lo más posible para la Semana Santa, pasé todo ese domingo ‘tristeando’ porque quería estar ahí. Fui por todos mis turnos a sabiendas que no podría cargarlos pero no quería perderlos.
Llegó la Semana Santa y el único turno que pude medio cargar fue el turno 19 de Jesús de Candelaria, porque sabía que el anda es liviana y que podría hacer el esfuerzo, pero este año, el anda se sintió pesada, y como pude terminé mi turno, los demás turnos los tuve que dar a mi hijo para que los cargara o a algún amigo que estuviera dispuesto. Hasta este año comprendí verdaderamente que la vida puede cambiar en segundos y es mejor vivirla con intensidad porque hoy estamos, mañana no sabemos. Por eso al inicio de mi anécdota comenté que esta Cuaresma y Semana Santa fueron las mas tristes que he pasado, porque no pude hacer, lo que más me gusta, cargar mis turnos y acompañar a mis queridos Nazarenos y Sepultados. ¡Hasta el próximo año amigos cucuruchos!
Nadie es perfecto, y lo que buscamos siempre es que el Cucurucho y Cucurucha sea Luz en el mundo, ¡se parte tú de éste apostolado! cuenta tu anécdota