Por: Daniel Márquez
Estimados hermanos, nos encontramos un año más abriendo una Cuaresma que nos encamina a la Pascua y en esta ocasión vamos a compartir con ustedes una entrevista que hicimos a una persona muy famosa y por todos bien conocido por su devoción, su fervor, su profunda oración y por sus prácticas de penitencia. Es nada más y nada menos que mi querido amigo: “El Cucurucho Luz”.
Mientras nos encontramos en la sala de su casa escuchando la sentida marcha “Una Lágrima” y con el olor a corozo, incienso y pino que brotan del altar que ha hecho mi amigo a su imagen de pasión, iniciamos nuestra entrevista.
Mi Hermano, que gusto saludarte, ¿Cómo has estado?
Muy bien Daniel, aquí de nuevo disfrutando de este tiempo tan especial que nos acerca tanto a la pasión, muerte y sobre todo, a la Gloriosa resurrección de nuestro señor Jesucristo. Ya con túnica lista, el corazón dispuesto y las múltiples intenciones a colocar aquel día en que de nuevo tome en hombros a mi dulce Jesús.
¡Que bueno mi amigo! Y mira, son muchos nuestros lectores que quieren saber más de ti. Compártenos, ¿quién eres?
Bueno, es una pregunta fácil y a la vez difícil de contestar. Soy ese hombre del que habla Colosenses 3, 1-17, un hombre nuevo. Un hombre que dejó las prácticas acostumbradas por todos para darle las espaldas a Cristo y en vez, me dedico a seguirlo. Soy alguien que lucha por ser un estudiante dedicado, un profesional de excelencia, un padre de familia ejemplar, en fin…Pasé de ser cucurucho tenebroso a un hombre que es un buen cristiano y un honrado ciudadano.
¿Cucurucho tenebroso? ¿Quién es ese cucurucho?
Bueno, no es difícil encontrarlo, si bien es un cucurucho en vías de extinción – a Dios gracias – es ese cucurucho mal planchado, que te topas en las esquinas de las cuadras a pocos metros de la procesión… tomando o fumando. Aquel que se cuela en las filas, se la pasa contando chistes todo el camino, hace malas caras a los hermanos que andan ordenando las filas. Si no, se la pasa besando a su novia – que no es, ni la de la vez pasada ni la de la próxima – en forma no muy decente y frente a todo mundo mientras pasa nuestro Señor.
Ahora entiendo mi hermano, pero… ¿cómo te distinguimos a vos del Cucurucho Tenebroso?
Mirá, a mí me vas a encontrar no sólo en la procesión, sino en misa los domingos de cuaresma – aunque no sólo en los domingos de cuaresma, sino en todos. También me vas a encontrar en las filas con un rosario o rezando un Padre nuestro profundamente.
Quizás alguna vez hasta me veas con una lágrima, pidiendo perdón a mi Señor por mis faltas o pidiendo por aquella situación que te conté la vez anterior.
Voy a estar en familia en todos las celebraciones fuertes: Misa de bendición de ramos, la misa crismal de martes santo en la Catedral, quizás confesándome en Santo Domingo, en la misa de la cena del señor con mi túnica de candelaria, en los oficios del viernes santo, con mi esposa acompañando a mi hijo y a mi hija en la procesión infantil del sábado.
Y el domingo de Resurrección no dejaré de ver al resucitado del Calvario y de participar en la misa de Resurrección. Y así… en la vida de frente a Dios que nos pide la Iglesia durante todo el año.
Lo bueno es que no sólo soy cucurucho luz de semana santa, sino de todo el año. Nos vamos a ver en misa, en la calle, en la oficina o en el tráfico; pero siempre haciendo todo como Dios manda.
Perdoná la ingratitud Daniel, ¿no querés un fresco de súchiles con una empanada de manjar? Mi mamá y mi esposa las hicieron con mucho cariño para esta ocasión.
¡Claro mi hermano y gracias por tan clara descripción tuya!
Y así, con el sonido de la marcha “El cuervo” en el fondo, con la calidez de la familia de un gran amigo y degustando las comidas propias de esta época, me despido de ustedes esperando encontrarnos una vez más en las filas, como Cucuruchos Luz. ¡Santa y feliz cuaresma mi hermano!