El Sábado Santo marca el duelo y pesar de la Santísima Virgen María. En su soledad, como cucuruchos y devotas tenemos el compromiso de consolarle y acompañarle.
Entre esas lágrimas existe la esperanza de ver a Cristo su hijo, en la gloria de su reino.
Por eso, antes del triduo pascual acompañemos la procesión de la Soledad de la Recolección y entremos con júbilo a los santos oficios para celebrar con alegría la vida por medio de la resurrección.