(Texto Original de Ricardo Cifuentes)
Yo nunca he sido un cucurucho como tal, al menos como Cucurucho en Guatemala lo plantea, pero Jesús de la Parroquia Vieja o Jesús de las Tres Potencias me ha tenido ahí; Dios a través de ésta hermosa imagen me curó de las molestias que tenía en la cintura, me ayudó a conseguir empleo, pero nunca le fui fiel, por ser duro de corazón supongo; lo que me lleva a mi reciente anécdota.
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Yo llegué a sentir como mi corazón se derretía de amor al llevar a Jesús de las Tres Potencias en hombros y en agradecimiento, mandé a hacer un plaquita de gratitud que si visitan la Parroquia Vieja de la zona 6 la verán. Bueno todo era una relación de amor y devoción pero los placeres del mundo me alejaron de Jesús de las Tres Potencias, no lo pude llevar en hombros y pasé cosas muy difíciles.
Yo en mi ignorancia y con el corazón duro dije: «no estoy agradecido con él, llegaré a quitar esa plaquita»; con ese enojo en mi corazón salí del trabajo, no era un día normal, porque había un tráfico espantoso, por lo que tomé el transurbano que siempre uso, según sé, éste mismo pasa por la Parroquia. Jamás me asomo por ahí, así que me bajé en lo que yo creí que era la calle de los árboles, pero me perdí; sin algún conocido, sin saldo en mi teléfono, sin saldo en mi tarjeta del transurbano, pues lo había usado para llegar a lo que se supone quería llegar, además sin efectivo en la bolsa y sin ni siquiera tener idea de dónde estaba ubicado.
Quería llorar, eran casi las 8 de la noche, caminé y caminé hasta llegar a la calle principal siguiendo los carros, de pronto algo me detuvo e hizo darme la vuelta; lo que yo tenia a mis espaldas era el lugar donde mandé a hacer la plaquita, que esa misma mañana yo amenacé con quitar, porque según yo, no tenía nada de que estar agradecido por la mala situación en que se encontraba mi vida.
Al ver ese local, me salieron las lágrimas de arrepentimiento, se me ablandó el corazón y me arrepentí de mis palabras; estaba perdido según yo, pero no, porque es entonces como comprendí ya dentro de mi cordura que Jesús tenía un plan para mí; así entonces logro orientarme y supe por dónde ir y llegar mejor directo a mi casa.
Dios me calló la boca y me mostró que tengo que agradecer por todo lo bueno y lo malo, y de que Él guía mis pasos, nada sucede por casualidad y si te dejas guiar por la voluntad de Dios nuestro señor podrás llegar a puerto seguro.
Cuando estás en una crisis muy grave en tu vida, ¡Deténte!, respira y empieza a orar, verás como Dios va iluminando ese camino obscuro en el que te encuentras. ¿Cómo ha manejado tu vida nuestro Señor? cuéntanos y se parte de ésta comunidad que busca su conversión a través de éstos hermosos testimonios.