Un aviso había llegado a todas las parroquias, especialmente en la Parroquia de Santo Domingo: La consagrada imagen de la Virgen del Rosario iba a realizar una visita a la Antigua Guatemala.
Yo, mariano desde mi nacimiento no podía perderme ese acontecimiento histórico; quién sabe cuándo la Virgen iba a volver a salir de la Basílica para trasladarse a donde empezó su devoción. Ese año recuerdo que se realizaban muchos foros entorno a la consagrada Imagen; un libro especial sobre el talle y del cómo vino a Guatemala en tan especial encargo. Que la Virgen del Rosario era de plata y que por eso pesaba mucho, que han ocurrido cientos de miles de milagros por su intercesión, y así; tanta historia que saber.
Tenía no más de 16-17 años de edad bajo el techo de una familia que casi siempre ha pasado crisis económicas. ¿cómo se me ocurriría irme nomás así detrás de la Virgen del Rosario hasta la Antigua Guatemala?, ni trabajando ni estudiando, me dispuse pues a guardar cada moneda, cada vuelto; ver esta acción permitió que mi Mamá me terminara dando Q.200.00 para poderme ir.
Mi virgencita estaba ya en la Antigua Guatemala ¿qué hacía yo en la capital, estando ella tan lejos de mí?; vuelta en bus tomé a mi hermano y nos fuimos camino a su encuentro… si, con Q.200.00 y quedarnos a dormir en algún lugar, comer y claro hidratarnos en el recorrido. Lo que menos me preocupaba era cómo iba a subsistir en la Antigua, yo sólo quería estar con mi Madre del Rosario; pero tenía en mente que tenía que cuidar de mi hermano, así pues mi plegaria a María para que nos ayudara en este peregrinar que no era más que poderle acompañar y cargar el turno que con gran amor había comprado.
No se cómo sucedió, pero terminamos enterándonos que una prima mía se estaba casando ese mismo sábado en la Antigua Guatemala e iba incluso a hacer su fiesta; dispusimos ir «de colados» y ahí aprovechamos a cenar, luego unos tíos nos ofrecieron quedarnos a dormir en una casa cerca de San Felipe; acurrucados todos logramos pasar la noche; antes de dormir recordé si los de la Cofradía ya me habían dejado en resguardo y bien cuidada mi Virgen del Rosario para su procesión del día siguiente.
Así amanecimos con mi hermano, el día histórico en que la Señora recorrería las calles antigüeñas; dispusimos a bajar en un «tuc tuc», pero antes debía hacer algo especial: un pequeño crucifijo debía de ir a entregar como obsequio a la abuela de quien en el futuro sería mi esposa, así lo hice y recibí un sin fin de bendiciones por parte de ella. Ya bendecido por todos lados, llegamos al encuentro de mi Reina que estaba radiante con su hermosa sonrisa que la caracteriza en la Catedral de la Antigua Guatemala.
El turno que me tocó fue la cuadra de «la pileta», aquella gran pila que está por las obras sociales del Hermano Pedro; un turno jamás de olvidar porque logramos «bailar el anda» con el son que nos tocó (no recuerdo cuál era) y al finalizar los devotos irrumpieron de aplausos y salves a la Virgen del Rosario; todos estábamos felices; y con el hombro y el brazo que no paraba de temblar, pues en efecto me consta: esa imagen sí pesa, y mucho.
Al finalizar el día, por razones de que era un menor de edad a cargo de otro menor de edad empezamos a buscar a las 8 de la noche un transporte, según nos contaban; ya había pasado la última camioneta hacia la Capital… ahí sí me preocupe, ¿a dónde ir? y ¿ahora?. Mientras seguíamos en la procesión, logré encontrar a un viejo amigo, por razones obvias pregunté cómo se iba a ir, -«con el bus de la Cofradía»- respondió, no sé que expresión me vio que no dudó por un segundo decirme –«si no tienen cómo irse, váyanse en ese bus, yo vi lugares vacíos, pero será hasta que entre la procesión».
‘Con la gran pena’ de saber que me iba a quedar hasta la entrada de la Virgen del Rosario, dispusimos en quedarnos; de esa cuadra hasta que entró me quedé a la par del anda, viéndola, contemplándola y dándole gracias por todo lo que me puso en el camino para que aquella peregrinación fuera de penitencia, amor y devoción. ¿cuánto me quedó de los Q.200.00?, me quedaron Q.100.00 para regresar a la casa gracias a mi Virgen del Rosario que me dio posada, cena y transporte.
María no olvida lo que haces por ella y el trabajo que te empeñas a hacer por tu prójimo. ¿qué anécdotas tienes tú con la Virgen del Rosario? cuéntanos:
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