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La Escuela de Cristo de antaño

Los sismos acaecidos en diciembre de 1917 y enero de 1918, también conocidos como Terremotos de la Navidad, causaron grandes daños en la Ciudad, tanto en viviendas particulares como en los templos y edificaciones eclesiásticas, acrecentándose años más tarde luego del sismo del 4 de agosto de 1942.

El templo de la Escuela de Cristo no fue la excepción, la torre sur o torre del reloj colapsó, destruyéndose el reloj que desde mediados del siglo XIX junto a los del Arco de Santa Catarina y del Palacio del Noble Ayuntamiento, marcaban las horas para los vecinos de nuestra Ciudad. El convento estaba ruinoso en su mayor parte, y estos sismos acrecentaron los daños. Sin embargo, a pesar de la situación imperante, las prácticas de piedad y religiosidad popular continuaron, y muy especialmente las relacionadas con la Navidad, Cuaresma y Semana Santa, y el Corpus Christi.

Desde primeros años del siglo XIX, la salida de la procesión del Santo Entierro ha constituido un momento singular dentro de la Semana Santa, sabemos por tradición popular y documental que en la plazuela de la Escuela de Cristo muchos fieles devotos se daban cita para presenciar el inicio del cortejo procesional, la devoción de muchos era acompañada por la curiosidad tratando de ser los primeros en ver el decorado del anda, que era uno de los secretos mejor guardados por los integrantes de la Hermandad, el ambiente de silencio y respeto era enmarcado por el seco golpetear de la matraca instalada en lo alto del templo junto a la fachada. Parte importante del decorado ha constituido la urna sevillana donde descansa el cuerpo yacente del Señor, pues desde la última década del siglo XIX es el elemento distintivo del cortejo procesional, dado su carácter único en
Guatemala.

La Escuela de Cristo de antaño

La imagen ilustra un Viernes Santo hacia los años 1940, a las cuatro y media de la tarde, cuando ante la mirada expectante y sentimientos de devoción, los antigüeños de esa época al escuchar las notas de La Granadera, se ponían de rodillas, se santiguaban e imploraban la bendición del Señor, es evidente que el anda procesional era de reducidas dimensiones; pero hoy como ayer, presenciar la salida del cortejo procesional del Santo Entierro encierra una profunda significación para los antigüeños. Quizá entre la muchedumbre que de espaldas al fotógrafo se puedan encontrar familiares nuestros que recibieron de sus mayores esta devoción, la cual seransmitieron a sus hijos y nietos, y éstos a su vez a sus descendientes entre quienes nos encontramos los antigüeños de hoy. Nótese además, los daños en la fachada del templo, y es estado del convento que carecía de techo en la planta alta.

Fotografía: Salida del Santo Entierro de la Escuela de Cristo, circa 1940, Colección Familia Berdúo
Extraído de página oficial de la Hermandad Escuela de Cristo.
Datos Históricos: Carlos Enrique Berdúo Samayoa, Cronista de la Ciudad