(Texto original de Ángel García)
Desde niño he sido cucurucho solamente de corazón, o sea, nunca me había vestido y mucho menos cargar una procesión; sin embargo, esta Cuaresma y Semana Santa de 2015 finalmente fuí un cucurucho, no solo de corazón, sino, de túnica y capirote; como para complementar el todo de un Cucurucho.
Pues hasta este año tuve la oportunidad de inscribirme para cargar en San Bartolo y en San Felipe. Soy devoto de muchas imágenes de la Ciudad de Guatemala y de la Antigua Guatemala, y dentro de la lista figura Jesús Nazareno de la Justicia del templo del Calvario en la Ciudad Capital.
El recién pasado segundo Domingo de Cuaresma fue la primera vez en mi vida que presencié la procesión de Jesús de la Justicia, Fue un día especial y muy esperado, ya que anteriormente había visto videos de esta majestuosa procesión; con cada día que pasaba se acortaba el tiempo para vivir ese día. Faltaban pocos días, y me enteré que iba a haber un cambio en el mueble procesional, lo que me provocó una serie de sentimientos encontrados, pues fue con el mueble original que, a través de videos, se lograba observar la majestuosidad y la solemnidad del cortejo que me enamoró.
Ésto no frenó jamás mi devoción, pues comprendí que no importa tanto la dimensión del mueble sino la contemplación de la imagen que finalmente representa a Nuestro Señor Jesucristo. Y así, llegó el 01 de marzo y terminó la espera, cuando frente a Catedral Metropolitana logré contemplar a mi Jesús Justiciero por primera vez mientras sonaba «In memoriam». Me conmoví a tal punto de llorar, pues no podía creer que estaba viviendo ese momento que durante tantos meses había esperado..
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