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El origen del Mes de María

Texto original del Cronista de la Ciudad Miguel Alfredo Álvarez

Aconteció en Roma, una hermosa noche de Mayo a fines del siglo XVIII. Un niño pobre reunió a sus compañeros y los guió a una estatua de María, a cuyos pies ardía una lámpara según costumbre de esa santa ciudad. Ahí, esas voces frescas cantaron la Letanía de Nuestra Señora.

El pequeño grupo se volvió a reunir al día siguiente. Esta vez los acompañaban más niños. La siguiente vez las mamás se unieron a la pequeña asamblea. Pronto nuevos grupos se formaron y la devoción se popularizó rápidamente.

Las almas piadosas, preocupadas por el desorden en la conducta que el regreso de la primavera propicia y acrecienta, vieron en esta devoción la mano de Dios. Su cooperación con tal designio providencial fue promover la devoción como un acto solemne y público de reparación. Así fue fundado el Mes de María.

‘Es el mes en que, en los templos y en las casas particulares, sube a María desde el corazón de los cristianos el más ferviente y afectuoso homenaje de su oración y veneración. Es también el mes en el que desde su trono descienden hasta nosotros los dones más generosos y abundantes de la Divina Misericordia’. (Pablo VI, Mense Maio)

‘El mes de mayo nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella. En efecto, este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico, [Resurrección], y el corriente mes llaman e invitan nuestros corazones a abrirse de manera singular a María’. (Juan Pablo II, Mayo 1979)

Los Cristianos Cucuruchos, que queremos estar siempre cerca de María, le podemos ofrecer algo especial durante el mes de mayo: romerías, visitas a alguna iglesia dedicada a la Virgen, pequeños sacrificios en su honor, ofrecimiento del estudio o del trabajo bien acabado o el rezo más atento del Santo Rosario.