Por: Dr. Edwin Rodolfo García
El viernes santo de 1985 el Señor Sepultado de Santo Domingo lució un adorno hecho a base de claveles naturales rojos, blancos y rosados, Con el significado MANTENGAMOS VIVA LA LLAMA DE LA FE este fue un adorno que estuvo rodeado de algunas peculiaridades.
Por ser un decorado totalmente floral se trabajo contra el tiempo los días miércoles y jueves santo para colocar los claveles y que estos no se marchitaran antes de la procesión.
La estructura en donde se colocaron era a base de madera y cedazo, los claveles se fueron colocando uno a uno a través de los agujeros de la malla, los hermanos de la comisión de adorno trabajaron en posiciones sumamente incomodas pues fijaron las flores estando acostados sobre el piso del anda recibiendo encima de su humanidad el agua con la que constantemente eran regadas, todo marchaba relativamente bien cuando en las primeras horas de la madrugada de viernes santo algo sucedió ¡se terminaron las flores! y aun faltaba cubrir el tercio anterior del mueble.
Eso representó un verdadero dolor de cabeza para todos, ¿Cómo conseguir claveles en cantidad suficiente para terminar el adorno y encima en viernes santo a menos de 15 horas de la procesión?
A buscar los claveles para el adorno
Mientras se buscaba una solución alguien dijo que probablemente en el mercado de la placita podían encontrar, pero aparte de la falta de flores se tenia el problema de como pagarlas, por aquellos años no existían las facilidades de la época actual para conseguir efectivo, los bancos cerraban desde miércoles santo a medio día.
El tiempo avanzaba, se acercaba el amanecer y no había flores ni dinero, es entonces que el Presidente de la hermandad propone que se haga una colecta entre los presentes para tener efectivo siendo el quien dio el primer aporte, una vez reunida cierta cantidad partió un grupo de hermanos al mencionado mercado a las 4:30 de la madrugada logrando comprar la flor necesaria para completar el decorado, fue una madrugada sufrida por ese contratiempo el que se logró subsanar a tiempo, durante el trayecto del cortejo iban dos hermanos con bombas de fumigación a la espalda regando los claveles para que no se secaran aun cuando se encendieran las luces del adorno y esa fue su comisión ese viernes santo.
Como detalle curioso ese mismo día, por la mañana Jesús de la Merced lucio también un adorno de flores naturales una coincidencia que no paso desapercibida.