Anécdota de: Alberto Herrera.
Desde pequeño he sido devoto al Nazareno Recoleto, devoción inculcada por mi papá y que siendo ya un hombre, ha movido mi vida en formas maravillosas.Hace unos cinco años, tuve la oportunidad de poderle llevar en hombros por primera vez un sábado de ramos. La emoción me embargaba, simplemente no lo podía creer, por fin el Nazareno y yo tendríamos ese momento intimo que solo un cucurucho puede entender y valorar.
Ese día, asistí a verle salir imponente de Su Casa, sabía que debía regresar a casa para cambiarme y poder llegar al turno a tiempo, contaba con suficiente tiempo, bueno, eso creí. Le vi salir y recibí Su bendición, quedé impactado por el adorno que servía de marco a Su bella imagen.
Mi corazón latía rápido y fuerte pues sabia que en unas horas, le llevaría en mis hombros. Ese día en particular, el tráfico estaba muy pesado, no importaba por donde me movilizara me topaba con colas. Al fin llegué a casa, me preparé y con tiempo aún, estaba listo para mi encuentro con mi Jesús. Mi familia me acompañaría a la procesión, por lo que decidimos irnos en un solo vehículo. En el trayecto nos pasó de todo, había trafico, el carro se sobrecalentó, por intentar encontrar una ruta más rápida fue todo lo contrario y yo… Veía con angustia mi reloj, sabía que faltaba poco para mi turno y estaba aún lejos.
Al llegar a la zona uno, nos quedamos varados sobre la 7a avenida a la altura de la escuela Dolores Molina; mi turno, era el extraordinario parque Colón, por lo que había varias cuadras de diferencia. Bajé del carro y comence a correr, corrí como nunca, mi Jesús ya había llegado al cruce de la 11av y 8va calle. A lo lejos le vi y mi corazón dio un vuelco pues sabía que no llegaría a filas y que en cualquier momento el anda iniciaría su recorrido.
Algo me dijo «Sigue, te espero» y continué mi carrera, por fin llegué, el anda seguía inmóvil, ya habían tomado el turno, pedí permiso a la gente que se apretujaba para ver a mi Nazareno, al llegar, el encargado de la hermandad que llevaba el control de turnos me vió, casi gritando «Detengan el anda» le dije que yo tenía ese turno.
Pensé que no me dejaría cargar pues había llegado tarde, sin embargo, me dijo que no me preocupara «Jesús me había esperado…» y me llevó a ocupar mi brazo, justo a los pies del Maestro, no podía creerlo, ya estaba con mi Jesús del Consuelo.
Inmediatamente sonó el timbre y comenzamos a andar… La marcha fue «Una lágrima», simplemente no dejaba de llorar de la alegría, mi amado Nazareno… ¡ME HABÍA ESPERADO!
¿Que has vivido tu con Jesús del Consuelo? cuéntanos, nosotros publicaremos tu anécdota en nuestro sitio.