El viernes de Dolores en el Calvario
La velación de Viernes de Dolores de la hoy conocida como Reina de la Paz, según fotografía proporcionada por Yamill Av, se realizó por primera vez el viernes 31 de marzo de 1950, precisamente, durante la época de transición y reorganización de las asociaciones de pasión del Calvario, impulsadas por su párroco y ex Rector del Colegio de San José de los Infantes, el Ilustrísimo Monseñor Mateo D. Perrone y C. (1882 – 1958), quien para 1929 había ocupado el cargo de Rector del Seminario Conciliar de Santiago, antecedente institucional del hoy conocido “Seminario Mayor de la Asunción”.
El nuevo edificio de la Parroquia de los Remedios, Templo del Calvario, rondaba ya los primeros dieciocho años de su inauguración y bendición, presidida por el Arzobispo Monseñor Luis Durou y Sure.
A su llegada, Monseñor Perrone convocó a personas de su confianza para apoyar la reorganización de las actividades de Cuaresma y Semana Santa, destacando entre ellas, la Señora Francisca Viuda de Nielson quien a partir de 1951 fue su estrecha colaborada y forjadora de la identidad actual de la devoción a la Virgen del Calvario.
La Señora de Nielson, conocida popularmente como “Doña Paca” era una famosa inquilina del Mercado Sur # 2 y propietaria de un pujante negocio de cristalería.
Es altamente probable que su ideología política la vinculó a los grupos urbanos contrarrevolucionarios y anticomunistas que mostraron férrea oposición a los gobiernos de los Presidentes Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz, criterio que favoreció fuera elegida como parte del grupo de cercanos colaboradores a Monseñor Mateo D. Perrone.
La fotografía mencionada al inicio, permite conocer la concepción de los altares de Viernes de Dolores de las iglesias de Guatemala en dicha época, caracterizada por un sentido ascensional, simétrico, con gran exuberancia floral blanca, en este caso, compuesta por casi veinticinco arreglos de lluvia, cartuchos, varsovias y azucenas, éstas últimas, concentradas a los pies de la Santísima Virgen.
La altura de los altares efímeros, se lograba gracias a pedestales de manera –hoy en día casi en desuso y sustituidos por estructuras metálicas propias del arte floral- . En la parte frontal del altar, se identifican, quizás, sencillos botes metálicos de leche en polvo, forrados con papel de china.
La Santísima Virgen, revestida de luto y coronada por su resplandor “de los soles”, destacaba en la parte más alta de la composición, otorgándole así, verdadero protagonismo. La infaltable cera, fue situada sobre el conjunto de candelabros de altar y dispuesta a varias alturas.
Dieciséis después, para 1966, recién clausurada la cuarta y última sesión del Concilio Vaticano II, se cuenta con una segunda fotografía en la que afortunadamente el elegante, original e iluminado altar mayor del Calvario no había sido erróneamente modificado, como claro atentado al patrimonio artístico del país.
En dicha instantánea, el altar efímero del Viernes de Dolores continuaba siendo elaborado bajo una línea artística muy similar. Con la diferencia, que la Santísima Virgen fue situada sobre una alfombra a nivel del piso, quizás como un guiño a los besamanos españoles en una época en que el Calvario encontró importante fuente de inspiración en la Semana Santa andaluza.
Aparecen cuatro candelabros eléctricos utilizados en esa época de manera frecuente en adornos procesionales.
Con el correr de los años, el carácter de los altares de Viernes de Dolores en el Calvario dejó de ser eminentemente contemplativo para tornarse algunos años descriptivo y otros alegórico, esto último acentuado desde finales de las década de los ochenta cuando telones de corte antigüeño, dieron magnificencia a los cultos propios del día.
Por muchos años, la velación de la Virgen de Dolores se caracterizó por convocar a cientos de devotas cargadoras quienes, revestidas bajo los estrictos cánones impuestos por Doña Francisca Viuda de Nielson, eran organizadas bajo turnos de una hora de guardia a lo largo del día.
Durante la década de los años ochenta, los principales diarios del país brindaban importante cobertura periodística a la velación, incrementando así su posicionamiento como un programa de cultos sumamente formal, organizado y digno de ser contemplado de manera presencial.
El ajetreo actual de la vida moderna, enfatizado por las actuales condiciones de inseguridad, las inevitables complicaciones de movilidad en el área urbana y los horarios cada vez más estrechos, aunado a una escasa promoción de la actividad, han provocado una merma sensible de participación en la Velación de Viernes de Dolores del Calvario.
No obstante, la tradición se manifiesta en un número específico de señoras y señoritas, muchas de ellas acompañadas por niñas, quienes movidas por una genuina piedad, cumplen con el compromiso de velar por una hora al año, a la Virgen Dolorosa de su devoción.
Este Viernes de Dolores del 2020, rendimos tributo al setenta aniversario de velación de la Santísima Virgen de Dolores, Real Señora del Calvario, Macarena de Guatemala y Reina de la Paz. Pidamos a la Santísima Virgen su poderosa intercesión a fin de contar con vida y salud para volverla a contemplar en todo su esplendor el próximo año para agradecerle su cuidado y amparo.