(Texto original de Oliver García)
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Hace un año, en la Semana Santa del 2014, conseguí mi primer turno para la procesión del Señor Sepultado de San Francisco, que durante años mi tío-abuelo me inculcó la devoción a esa imagen; incluso mi propio tío me acompañó a comprarlo y también lo hizo al cargar mi turno.
Para ésta Semana Santa 2015, mi tío ya no estuvo conmigo, él falleció a causa de un paro cardiáco; sin embargo me sucedió algo especial: volví por mi turno y cargué con el recuerdo y agradecimiento a mi tío por inculcarme ser cucurucho; al terminar mi turno y despedirme del señor sepultado de san Francisco, pude observar que en el brazo donde yo cargué iba mi tío, pero por el humo del incienso lo perdí de vista.
Cuando intenté volverlo a ver, iba vacío el brazo del anda, pero fue algo que me dejó marcado y saber que mi tío siempre estaría conmigo en ese turno junto al bello Sepultado de San Francisco.
Dicen que recordar a nuestros parientes y amigos que están ya en un mejor lugar, es como traer a la misma vida su memoria y su presencia. ¿Te ha sucedidó algo parecido?, cuéntanos: