El cortejo procesional intramuros, que por primera vez engalanó los muros Franciscanos, se desarrolló bajo un ambiente de solemnidad y devoción hacia la Madre de la Misericordia.
Es por ello que los turnos en esta ocasión contaron con la interpretación de dos marchas por turno
para darle mayor recogimiento a la memoria de los dolores de nuestra madre, y crear en el devoto un momento sublime a los pies de la Dolorosa Franciscana.
El adorno básicamente está enfocado en María, la madre dolorosa, aquella mujer que desde las Escrituras nos ve con ojos de misericordia; aquella que participó de Cristo y con Cristo, y que siempre estuvo dispuesta a servir a Dios nuestro señor.
Por eso, se representaba la obra de Dios en un pequeño niño que sostenía la Biblia en sus manos
y la Madre de la Misericordia en su sitial luciendo un hermoso ajuar con cinturilla bordada en hilos de plata, ajuar que fue donado por devotos de la Dolorosa Franciscana.
El cortejo finalizó en un ambiente de solemnidad, bajo aromáticas nubes de incienso y a los acordes de las marchas oficiales del quinto viernes de cuaresma «La sangre de cristo», marcha oficial del Cristo crucificado de la Preciosa Sangre y; «Por el valle de Lagrimas», marcha oficial de la Dolorosa Franciscana.
Fotos: Alexander Chilin.
Información por: Ricardo Nicebar.