La noticia que el año recién pasado nacía una nueva banda en El Salvador; no pasó desapercibida. Era el mes de octubre cuando el comité pro – banda y la Junta Directiva lograron concretar el tan anhelado proyecto.
A principios del mes de noviembre; los primeros músicos que conformarían la tan anhelada banda se reunieron para conocer los lineamientos que el maestro Alexander Líquez les presentaría y así, formaran parte de esta nuevo proyecto. Con instrumentos en mano; llegó el día del primer ensayo, el cual tuvo lugar en el «C.E. Presbítero José Luis Martínez», de la ciudad de Juayúa.
Desde el inicio; se lograron identificar las destrezas de cada uno de los músicos que se presentaron a ese primer ensayo. Aparte de ser músicos dóciles a la gracia de Dios a quien desde ese momento ofrecían ese talento, se notó una hermandad entre cada uno y los cuales a esta altura del proyecto ya se consideran mas que compañeros de banda… ¡HERMANOS!
El maestro Alex Líquez inició desvelándose noche tras noche, escuchando las marchas fúnebres y armando esas partituras que luego iban a hacer música los miembros de la banda. Nos comenta el presidente del comité pro – banda que se buscó apoyo en bandas ya conformadas en el país para ver si nos compartían alguna que otra partitura; pero las puertas eran cerradas.
A los días; llegó un hermano, director de una banda a quien se le compartió el proyecto y desde el momento en que lo conoció, brindó su total apoyo a la nueva banda colaborando de una forma desinteresada y mostrando un alto grado de hermanamiento. Su nombre «El maestro Ulises Larín; director de la Banda de La C.I. de Jesús Nazareno de Sonsonate», a quien como Banda, comité y Hermandad se le agradece cada apoyo que ha brindado. El Hermanamiento; cada vez se vuelve mas palpable al punto de ya ser invitados por otras bandas a hacer un ensamble para alguna actividad religiosa.
Desde el primer viernes de cuaresma; la banda acompañó todos los cortejos procesionales en la ciudad de Juayúa; y fue el Jueves Santo que brindaron su primer concierto de marchas fúnebres en honor a las veneradas imágenes de Jesús Nazareno y Santísima Virgen de Dolores de la ciudad. Ese concierto; fue una demostración de hermanamiento entre bandas, puesto que el maestro Ulises Larín apoyó con la Tuba, Tímpani y 3 instrumentos más para complementar el grupo de jóvenes músicos que ese día mostraban en el Templo Santa Lucía ese talento para este tipo de música.