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La Preciosísima Sangre de Cristo: ¿es solemnidad o festividad el 1 de julio?

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Desde la época de los Apóstoles, la Preciosísima Sangre del Señor ha sido símbolo de la Redención.

Aunque la devoción particular a la Preciosísima Sangre se debe, sobre todo, a la iniciativa de San Gaspar del Búfalo un religioso y sacerdote italiano, fundador de los Misioneros de la Preciosa Sangre en 1808 sin embargo ya desde mucho antes se practicaba dicha devoción.

En 1582, se concedió a la arquidiócesis de Valencia, España, el rezo de un oficio “de la Sangre de Cristo”; la diócesis de Sarzana, en la Toscana, obtuvo la misma gracia en 1747.

A principios del siglo XIX, se concedió a la congregación de San Gaspar el privilegio de celebrar la fiesta de la Preciosa Sangre. Fue instituida formalmente La fiesta de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor en 1849 por el papa Pío IX, que se habría de celebrar  el 1 de julio de cada año.

“Sangre Preciosa del Salvador, fuente de vida por siempre abierta por la cruz redentora, que lavas la mancha de todo el universo, haces florecer la Santidad en la Iglesia, paraíso nuevamente hallado”.  

Es una de las oraciones populares que ha traído la fiesta de la Preciosísima Sangre. Esta oración tan antigua ya se conocía y se rezaba al parecer desde el principio de la Edad Media en la basílica de la Preciosa Sangre de Cristo, en Brujas Bélgica, la cual es uno de los lugares más antiguos dedicados a esta devoción de antigüedad inmemorial.

Preciosa Sangre de Cristo
Preciosa Sangre de Cristo

En américa la celebración de la Preciosísima Sangre de Cristo data del siglo XVI con la veneración al Cristo de las Ánimas representado en cuadros en los cuales se ven ángeles tomando la sangre de Cristo Crucificado en copas, esta veneración se realizaba en la Nueva España hoy en día conocido como Chiapas México.

La celebración de la Preciosísima Sangre de Cristo en San Lucas Sacatepéquez

La fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo ya se celebraba en esta parroquia de San Lucas Evangelista, al parecer desde el inicio de la colonia.

En el libro de la cofradía de Jesús Nazareno del templo mercedario, donde contiene el testimonio del mayordomo de la cofradía Cristóbal Silverio de Gálvez, sobre lo ocurrido durante los terremotos de 1773 y el traslado de la imagen titular de la cofradía en 1778. 

Podemos encontrar que cuando tan venerada imagen era trasladada de la ciudad de Santiago de los Caballeros hoy Antigua Guatemala, hacia la Nueva Guatemala de la Asunción  hoy en día la actual Ciudad de Guatemala; en dicho libro se lee con fecha 7 de julio de 1778, lo siguiente:

Parroquia San Lucas Sacatepequez
Parroquia San Lucas Sacatepequez

“Don Antonio Requena que a pie fue cargando la cruz hasta el pueblo de San Lucas a donde con el mismo ejercicio de rezar rosarios y otras devociones llegamos a las diez del día.

Aquí me es preciso describir y significar la devoción del señor Manuel Maldonado de Matos  cura por el real patronato dicho pueblo de San Lucas, quien con capa magna (aunque bañado en lágrimas) salió a recibir la imagen a la puerta de la iglesia habiendo antes enviado hasta medio camino las cajas, clarines y pendones y gran parte de sus feligreses, que cantando la doctrina vinieron por delante hasta llegar a la iglesia donde ya tenían prevenido un decente trono, en el cual se colocó el Señor luego que llegamos haberme suplicado dicho señor cura que nos mantuviésemos allí el día siguiente por ser día en que nuestra madre la Santa Iglesia celebra la Sangre de Cristo, no pasamos si no que en dicho pueblo se le cantó una solemne misa...”

Relato que nos muestra el arraigado amor y veneración que se le profesa a la Sangre de Cristo desde hace más de 235 años en el pueblo de San Lucas Sacatepéquez.

El culto a la Preciosísima Sangre de Cristo

La Preciosísima Sangre de Cristo es por tanto una parte de la sagrada humanidad y está hipostáticamente unida a la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.

En el siglo XV algunos teólogos, a fines de determinar si la Sangre derramada por el Salvador durante su Pasión permanecía unida al Verbo o no, suscitaron el punto de si la Preciosa Sangre es una parte esencial o solamente un concomitante de la sagrada humanidad.

Si es una parte esencial, argumentaban, nunca podría ser separada del Verbo; si es un concomitante sólo, podría serlo.

Los dominicos sostenían la primera opinión, y los franciscanos la segunda.

Pío II, en cuya presencia se realizó el debate, no tomó ninguna decisión doctrinal sobre el punto en disputa.

Sin embargo, principalmente desde que el Concilio de Trento (Ses. XIII, c. 3) llamó al Cuerpo y la Sangre de Jesús “partes Christi Domini” la tendencia del pensamiento teológico ha estado en favor de la enseñanza de los dominicos.

Suárez y de Lugo ven con recelo la opinión de los franciscanos, y el padre Faber escribe:

“No es meramente un concomitante de la Carne, un accidente inseparable del cuerpo.

La Sangre misma, como Sangre, fue asumida directamente por la Segunda Persona de la Santa Trinidad” (Precious Blood, I).

La Sangre derramada durante el triduo de la Pasión, por consiguiente, volvió a unirse al cuerpo de Cristo en la Resurrección.

Con la posible excepción de unas pocas partículas que inmediatamente perdieron su unión con el Verbo y se convirtieron en santas reliquias santas para ser veneradas pero no adoradas.

Algunas de tales partículas pueden haberse adherido y se adhirieron a los instrumentos de la Pasión, es decir, clavos, columna del azotamiento, la Scala Santa.

Varios lugares como Saintes, Brujas, Mantua, etc. reclaman, basándose en antiguas tradiciones, que poseen reliquias de la Preciosa Sangre, pero a veces es difícil decir si las tradiciones son correctas.

Vista como una parte de la Sacra Humanidad hipostáticamente unida al Verbo, la Preciosa Sangre merece culto de latría o adoración.

Puede también, como el Corazón o las Llagas de las cuales fluyó, ser singularizada para honor especial.

Del modo que se lo rindieron desde el principio San Pablo y los Padres, quienes alabaron tan elocuentemente su virtud redentora y apoyaron en ella el espíritu cristiano de auto sacrificio.

Como señala Faber, las vidas de los santos están repletas con la devoción a la Preciosa Sangre.

En el debido transcurso del tiempo la Iglesia dio forma y sanción a la devoción, mediante la aprobación de sociedades como los Misioneros de la Preciosa Sangre.

Enriqueciendo confraternidades como la de San Nicolás in Carcere, en Roma, y la del Oratorio de Londres.

Atribuyendo indulgencias a oraciones y escapularios en honor de la Preciosa Sangre.

Y estableciendo fiestas conmemorativas de la Preciosa Sangre, el viernes siguiente al cuarto domingo de Cuaresma y, desde Pio IX, el primer domingo de julio.

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