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No salió a las calles: hablando de Jesús del Gallito – Prosas Cuaresmales

Poporopoas_pinulito_septiembre

(22) NO SALIO A LAS CALLES

(A Jesús Nazareno de la parroquia Santísima Trinidad -1999- )

Fue una fecha muy especial.  La imagen cumplía cincuenta años de veneración, de recorrer las calles del tradicional barrio. Todo estaba preparado, y aunque era época de cuaresma, valía la pena estar orgullosos de llegar a una fecha tan especial.  Sin embargo, la tarde se puso triste, su tristeza se convirtió en llanto y el llanto en una fuerte lluvia que no permitió que Jesús saliera a las calles, a tiempo para hacer su recorrido tradicional.

Por fin, cuando el cielo se despejó, se inició el cortejo. Él iba en humilde pero bella anda para dar sus bendiciones a quienes pacientemente lo habían esperado, pero Dios dispuso que no fuera así.  Jesús debía regresar a su templo minutos después, cuando nuevamente se declaraba la lluvia con la misma fuerza de los minutos anteriores.

La Iglesia se inundó de una tristeza enorme al ver que este año no se realizaría la tradición.  Los preparativos se habían quedado en eso, las alfombras las había borrado la lluvia y el adorno del anda totalmente mojado y con peligro de deteriorarse.  Y Jesús…  Jesús estaba totalmente bañado, con su túnica empapada, un diluvio le había caído encima.

Señor, que forma de enseñarnos que no siempre se hará nuestra voluntad, sino la tuya.  Cómo nos mostraste que eres Tú quien maneja la naturaleza a tu antojo.  Que nosotros somos insignificantes criaturas que no podemos hacer más que tu santa voluntad.

Y no fue una lección la que nos diste, sino una solicitud, que te diéramos una manifestación de humildad.  No quisiste llegar a nuestras calles, porque deseabas por esta vez, que nosotros llegáramos a acompañarte a tu Iglesia.  Quizá muchos de nosotros no hemos llegado a verte y solo te esperamos una vez al año para acompañarte, por eso dispusiste que ahora las cosas fueran al revés.

Gracias Señor, porque como pastor llamaste a tu rebaño para que unido comprendiera que somos nosotros los obligados a llegar a Ti, como lo indicaba la alegoría de tu anda.

Prosas Cuaresmales, parte IV de Marco Monzón.

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